Política matrimonial. Objetivo: aislar a Francia como potencia europea.
Humillaciones, traiciones, muertes prematuras,
soledad, desamparo, matrimonios no deseados, locura… parece que el destino se
cebaba con los herederos de los Reyes Católicos. Un destino muy diferente del
que tuvieron sus padres. Para Isabel y Fernando, en líneas generales y dejando las infidelidades del esposo a un lado, la vida
había sido grata, venturosa, de logros y conquistas. Habían conseguido unificar
la mayor parte de la península desde un punto de vista territorial y religioso.
Habían logrado desplazar a la nobleza del inmenso poder que habían tenido hasta
entonces. Habían contribuido al descubrimiento de un nuevo mundo, base de conocimientos
y granero de incalculables riquezas. Habían puesto las premisas para conseguir
un estado moderno. En cambio, para los hijos, la pena y la desventura se
interpusieron en sus caminos. De todo el abanico de posibles desgracias que pudieran darse, casi se podría afirmar que no faltaba de ningún tipo. Ni a propósito se
hubiera reunido un mayor número de casos de infortunio.
Isabel,
primera de las hijas de los reyes, casada por política de “matrimonio de conveniencia” con el rey
Alfonso de Portugal. Y cuando éste murió, se desposó con el nuevo monarca,
sucesor del anterior, Manuel I el Afortunado. Una estrategia de sus padres para
lograr la unión dinástica de ambos reinos. Ella no mostró demasiado entusiasmo ante la nueva unión obligada. De hecho le atraía más el
convento. Tenía vocación de monja. Murió
durante el parto de su primer hijo.
Juan, don
Juan de Trastámara, el segundo en orden, pero el primero por ser varón en figurar
como candidato para ocupar el trono, casó con Margarita de Austria y murió poco después de tuberculosis. No
dejó heredero porque su mujer quedó embarazada de un niño que nació muerto.
Los dos anteriores eran los hijos predilectos de
Isabel la Católica. La muerte de ambos supuso un revés muy duro del que no se
sobrepondrá nunca.
Juana,
la tercera en el orden de edad, murió
recluida en el monasterio de Tordesillas, abandonada y sola, incluso por parte
de su propio hijo Carlos, tras una vida de locura
–nunca mejor dicho- y de amor enfermizo por su marido Felipe el
Hermoso, al que siguió amando después de muerto. Un amor que jamás fue
correspondido.
Catalina de Aragón
(Retrato de Michel Sittow)
María
sustituyó a su hermana Isabel al casarse con su cuñado, el rey de Portugal. Otra boda obligada de conveniencia. Con
el portugués tuvo una larga descendencia. Nada menos que 10 hijos. Uno de ellos, Juan, será el heredero
al trono luso, y otra, Isabel, será la futura esposa del emperador Carlos V.
Aquí se inicia la andadura de los matrimonios consanguíneos de nuestra Edad
Moderna: bodas entre parientes, cuyo punto culminante se alcanzará cuando nazca
el último de los Austrias españoles, Carlos II el Hechizado, enfermizo y sin
descendencia.
El apodo de “afortunado” del marido de María no vino por el hecho de emparentar
con la corona española, sino por los logros obtenidos en temas coloniales y
comerciales, como el descubrimiento y el control de nuevas rutas por el Índico
y el Atlántico (nueva ruta descubierta por Vasco de Gama) y el descubrimiento
del Brasil. Lo que contribuyó a hacer de Portugal un imperio mercantil rico y
poderoso.
Y por último Catalina
de Aragón, condenada a casarse con
Enrique VIII de Inglaterra. Fue humillada y abandonada por su marido, quien la repudió para casarse con Ana
Bolena, tras dar a luz cuatro niños que nacieron muertos y una niña, que sería
la futura reina de Inglaterra, María I, María Tudor, más conocida como “María
la sanguinaria” (Bloody Mary), por la persecución encarnizada de los
protestantes. La Iglesia católica no aprobó el divorcio del rey por lo que éste
se distanció de la religión que le negaba el derecho a su nuevo enlace. Con
este fracaso, los Reyes Católicos perdieron la oportunidad soñada de aislar
definitivamente a Francia, propiciando por el contrario el alejamiento de los
ingleses de la fe católica y el nacimiento de la religión anglicana. Catalina acabó recluida en el castillo de Kimbolton donde al parecer murió del corazón a la edad de 50 años.
La consecuencia de todas estas muertes fue que
la corona no quedó en manos de gente de la península, sino que pasó a manos de
una monarquía extranjera y centroeuropea, los Habsburgo, ajena a la forma de
sentir y de entender la vida por parte de los españoles. De este modo recayó el trono en
un extranjero, Carlos, nieto de los Reyes Católicos pero también de Maximiliano
de Austria, nacido en Gante y que no hablaba español -salvo con Dios, según decía- ni entendía la forma de
ser ni las costumbres de los españoles, más interesado en sus asuntos europeos que en los de por
aquí y que para mayor desgracia se rodeaba siempre de un cortejo de colaboradores extranjeros que acaparaban los altos cargos, recibiendo sustanciosos emolumentos, y a quienes les importaba España sólo como lugar del que extraer beneficios.
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Hablan de ello:
El trágico destino de los hijos de los Reyes Católicos, Vicenta Márquez de la Plata. Aguilar, Madrid 2007.
Los hijos de los Reyes Católicos. En http://blogs.ua.es/loshijosdelosreyescatolicos/
Me gustó leerlo. En realidad los únicos libros que me gustan leer son los relacionados con la historia y la ciencia. ¿Cuentos y películas? ya leí y vi demasiadas, sus argumentos se repiten aun más que los históricos. Bss.
ResponderEliminarMagnífico compendio el que has hecho, Cayetano. Todo este cúmulo de desgracias quedó un poco ocultas bajo la cortina del Imperio, pero la verdad es que la genealogía no tiene desperdicio. Felicidades y gracias.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues sí, Cayetano, la política de alianzas que planearon los RRCC para sus hijas (su hijo falleció desgraciadamente) no dio buen resultado. El caso más flagrante es el de Catalina de ARagón. Interesante entrada. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuy interesante este artículo. Parece que nos miró un tuerto tras los Reyes Católicos. Desde entonces, hemos estado en manos de dinastías extranjeras (Austrias y Borbones) con cruces endogámicos que eran un callejón genéticos sin salida. Mala suerte, durante siglos, los casamientos y descendencia monárquicos eran asunto de Estado. Y muchas veces, la fortuna tenía su ultima palabra.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
Se intenta destruir al enemigo, pero lo que hicieron fue destruirse a ellos mismos.
ResponderEliminarMuy interesante Cayettano.
Saludos
Uno se hace una pequeña idea de que las cosas tenían que haber sido complicadas en la familia cuando la heredera de sus dominios no fue otra que Juana la loca. Lo que desconocía es que Manuel el afortunado hubiera estado casado con dos hijas de Isabel y Fernando.
ResponderEliminarMuy interesante entrada. De libro, si se quiere explicar la historia de España del paso de los Reyes Católicos a los Habsburgo.
Que pases un buen día, amigo Cayetano. Saludos.
De todos ellos ,siempre me ha dado pena la triste suerte de Catalina ,obligada a vivir en una Inglaterra hostil y desdeñada luego.
ResponderEliminarJuana también atrapada por la locura
es digna de compasión
Emejota: con unas lecturas aprendemos, con otras imaginamos. Lo bueno es saber combinarlas. Es más divertido para mí.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: miserias humanas que podemos encontrar como ves en cualquier familia, por muy Real que sea.
ResponderEliminarUn saludo.
Paco: me imagino que esa política era la ellos creían más conveniente para el país. Otra cosa es que acertaran con ella, sobre todo como padres.
ResponderEliminarUn saludo.
Carolus: sí. Perdimos la oportunidad de mantener una dinastía a base de reyes españoles. Como bien dices, todos los demás vinieron de fuera.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: nunca sabe uno si se equivoca hasta comprobar que no hay marcha atrás.
ResponderEliminarUn saludo.
Anónimo: se puede pensar que lo de "Afortunado" fue por el doble casamiento. Luego supimos que no fue por eso.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
Un saludo.
Nando: mucho material interesante para películas... Y para el diván de un psiquiatra.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo aún dudo mucho que Juana estuvies loca.
ResponderEliminarSí la descendencia que dejaron dio para poco y para muchos textos.
Un abrazo.
Un resumen excelente para tener una visión de conjunto. Para poder situarse y comprender lo que aconteció.
ResponderEliminarEl caso es que en un principio no parecía una mala planificación, sin embargo sobrevinieron unos pésimos resultados.
Un abrazo.
La verdad es que es como una maldición, igual era la Beltraneja haciendole vudú a su tía que le había quitado la corona...
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana
Estupendo repaso, Cayetano. Una apasionante parte de la Historia de España, esta de los Reyes Católicos y sus descendientes.
ResponderEliminarUn saludo.
José Senovilla: muy equilibrada no estaba; pero entre todos le amargaron la vida y la apartaron del poder.
ResponderEliminarUn saludo.
Antonio: del dicho al hecho, ya sabes.
ResponderEliminarUn saludo.
Alma: como para llenar varios divanes de psiquiatras.
ResponderEliminarUn saludo.
Negrevernis: algo así como el origen de los tiempos actuales.
ResponderEliminarUn saludo.
Menos mal que entonces no había prensa del corazón, porque hubieran tenido material de sobre.
ResponderEliminarEntonces se llevaban más los poemas satíricos anónimos, en los que arremetían contra los nobles. Sería interesante leer alguno sobre el tema.
Un saludo.
Una familia verdaderamente gafada, monsieur. Numerosa, pero al final ni uno logró tener una vida feliz. Por bien atado que uno crea tenerlo todo, a veces la vida tiene sus propios planes y designios.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
La Dame Masquée: lo tenían bien atado, pero Fernando desató el nudo gordiano, emulando a Alejandro, y la armó buena.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: no había telebasura. Para entretener a la gente hacían de vez en cuando un Auto de Fe y quemaban a algún hereje o similar. El caso es despellejar a alguien.
ResponderEliminarUn saludo.
Desgracia ??? Casualidad ??? Tal vez fruto de la envidia. Como tu bien dices los reyes católicos iniciaron una política de unificación, crecimiento y ante ello la codicia y la envidia, todo el mundo quería pinchar en incipiente gran reino que se estaba creando.
ResponderEliminarArticulo muy sintético y aclaratorio para mi.
Gracias, Cayetano.
David: no sé si envidia, pero mala pata seguro.
ResponderEliminarUn saludo.
Me cuesta la historia, al final siempre me lio (más de ciencias). Pero leída de esta manera se me hace amena y entretenida, parece prensa rosa, jajaja. Gracias por tu clase, un besote.
ResponderEliminarDetalles: es deformación profesional. La historia hay que hacerla todo lo amena que se pueda -cuando sea posible- para enganchar a los alumnos.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Qué buen panorama nos has brindado de esta parte de la historia! Y muy entretenida.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Me parece que al astuto Fernando y su política de extender las redes de su linaje a todos los confines del mundo no dio los resultados apetecidos, al menos en parte, por la muerte de muchos de sus hijos. Los disgustos que todas estas calamidades produjeron en el ánimo de la reina los dejamos aparte. Quizá la menos infeliz de todos ellos fue Marí. Parece que no existió para la historia. No se conocen grandes acontecimientos relacionados con su persona, si acaso que fue buena madre y esposa, como debía de ser en una mujer, fuera de la nobleza o campesina.
ResponderEliminarAl final Fernando murió pensando que la jugada le había salido rematadamente mal: el trono de Castilla y el de Aragón en manos de su nieto extranjero que no sabía nada de la península. La prueba de esto es que durante años trató de engendrar en Germana de Foix para que su reino pasara a manos de un hipotético hijo varón. Tampoco pudo ser.
Un saludo
Antorelo: un panorama sobre todo sombrío para algunos de estos personajes.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen: tú lo has dicho. Astuto como un zorro pero que se equivocó.
ResponderEliminarUn saludo.
Cayetano, muy interesante, siempre que entro en tu blog, me encuentro historias nuevas.
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo.
La ingenuidad de esos padres provoca la sonrisa. Creer que uno podrá controlar el futuro de sus hijos está condenado al fracaso, ya seas rey o feriante.
ResponderEliminarRosario: de vez en cuando y si dispongo de tiempo elaboro más las entradas, con bibliografía y esas cosas; pero eso no siempre ocurre.
ResponderEliminarUn saludo.
Ana María: sí, es un error pretender programar y abarcar todo. Luego, el devenir ya se encarga de ir haciendo de las suyas.
ResponderEliminarUn saludo.
Fernando lo tenía todo muy bien planificado, según su forma de pensar y, no se equivocaba, hasta donde él podía dominar. Otra tema es como salieron las cosas por muy diversas circunstancias que eso sí era difícil de controlar. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarFelipe: planificó todo sin tener en cuenta los sentimientos de sus hijos. Y le salió mal.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué interesante! Me ha gustado este esquema tuyo, y resumen de su explicación. Cuando la historia es extensa y complicada, la manera en que nos has contado la historia resulta muy clarificadora. Un recurso de profesor, que al menos yo, agradezco! Saludos, Cayetano.
ResponderEliminarEs cierto, triste sino el de los hijos de los Reyes Católicos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho esta clase de Historia porque esto ayuda a comprender mejor de donde veninos y hacia donde vamos.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Patzy: es una deformación profesional. Ir a la síntesis para que resulte más fácil una visión de conjunto. Ya no sabría hacerlo de otra manera.
ResponderEliminarUn saludo.
Valverde: el consuelo de los que estamos abajo, saber que los de arriba también llevan lo suyo.
ResponderEliminarUn saludo.
Fus: de dónde venimos más o menos lo sabemos, pero a dónde vamos... ya veremos qué nos depara el destino.
ResponderEliminarUn saludo.
Un resumen perfecto, Cayetano. Envidiable tu capacidad de sintetizar lo importante en unas pocas líneas.
ResponderEliminarComo siempre nos podríamos preguntar qué hubiese pasado con un rey de España español. ¿Hubiese avanzado España de otra manera?
Pobres hijas condenadas a matrimonios de conveniencia. Así era la política internacional de la época.
Abrazos!!
Enrique: quién sabe qué hubiera ocurrido si hubiera continuado la dinastía con alguno de los hijos. Eso ya entra en el terreno de la ucronía que como juego de imaginación no está mal.
ResponderEliminarUn saludo.
Querido Cayetano, hasta en las "altas cunas" los hay que nacen con estrella y los que nacen estrellados. Tienes toda la razón en que consuela que los plebeyos no seamos los únicos en el infortunio.
ResponderEliminarMil bicos.
Profedegriego: pues sí. Ese es el consuelo que nos queda a los que nos meten la tijera.
ResponderEliminarUn saludo.
Don Juan pasó una temporada aquí, cerca de Jaén. Quedan referencias de su estancia.
ResponderEliminarSaludos.
Fue en Mengíbar, que se me olvidaba indicarlo.
ResponderEliminarRetablo: el mundo es pequeño.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesante.
ResponderEliminarGracias, Arantza.
EliminarSaludos.
Gg
ResponderEliminarUn "juego" en el que muchos participantes no sabían que iban a perder.
EliminarUn saludo.
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