16 de febrero de 1918: en el marco de la Primera Guerra Mundial, los turcos incendian la biblioteca de Bagdad y queman veinte mil libros.
El fuego es una buena opción si la elección es libre, como por ejemplo la cremación de un cuerpo tras su muerte. O lo que hacía Pepe Carvalho, con la mala literatura quiero pensar, para encender la chimenea.
No es lo mismo una catársis que una inmolación, sobre todo si ésta es obligada. Lo que tiene de purificación la primera, la segunda lo tiene de sacrificio y aniquilación.
A lo largo de la historia siempre ha habido gente que ha utilizado el fuego para fastidiar a los demás.
Durante siglos, uno de los suplicios preferidos por los torturadores era quemarle a uno vivo. En muchas ocasiones, con el beneplácito de la Iglesia. Hay que ser una mala bestia para llegar a ese extremo.
La moda de quemar la cultura de todos ha sido también algo muy repetido en la historia: ahí tenemos a los nazis apilando y quemando libros escritos por mentes o por razas inferiores. Ray Bradbury lleva el tema al futuro con esos "bomberos" en Fahrenheit 451 que en vez de apagar incendios se dedicaban a quemar libros.
En una entrada antigua mía decía hace tiempo:
"La costumbre de quemar libros, de secuestrar obras, de prohibir, de censurar… El miedo al saber, a la cultura, a la diversidad de opiniones… algo tan antiguo como la propia literatura y tan frecuente a veces por desgracia, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Un producto de la cultura del fanatismo, de la intransigencia, de la estupidez, de la ignorancia, de la intolerancia, característico de sistemas sin libertades."
La moda nazi de quemar libros judíos y contrarios a la raza aria fue luego copiada por los militares chilenos bajo el mandato del general Pinochet. Cuentan que al parecer quemaron equivocadamente unos libros sobre arte cubista, pensando que eran libros comunistas cubanos. La cultura no era lo suyo, estaba claro.
Heinrich Heine, poeta y ensayista alemán del siglo XIX, escribió “Ahí donde se queman libros se acaban quemando también seres humanos.”
Otro gran icinerador de libros fue Qin Shi Huang, el primer emperador de China.
ResponderEliminarhttp://www.elartedelaestrategia.com/qin_shi_huang_el_primer_emperador.html
1.100 años mas tarde, Mao se inventó la Revolución Cultural que también quemó muchos libros.
Ambos empezaron quemando libros. Y ya puestos, como bien dices, ¿por qué no quemar personas?
Saludos, Cayetano
Muy bueno lo del "arte cubista". Me ha arrancado usted una buena carcajada.
ResponderEliminarBueno, parece que la especie humana seguirá cayendo eternamente en las mismas estupideces. Mire que nos cuesta aprender del pasado.
Buenas noches
Bisous
Pero el fuego que destruye las letras, el pensamiento, la fantasía de los pueblos es de lo pero que hay. Vaya onomástica, Cayetano. Abrazos.
ResponderEliminarUno acaba quemado con estas actitudes.
ResponderEliminarAunque tengo que confesar que yo una vez quemé un libro: el de un profesor que me obligó a comprarlo para aprobar la asignatura que él impartía. Llámalo iconoclasia, llámalo vandalismo, pero yo lo consideré un acto de liberación.
Pero en general estoy de acuerdo: quemár libros está muy feo.
Totalmente de acuerdo con la frase de Heine, que menos mal que vivió en la Alemania del siglo anterior si no hubiese sido de los exterminados por sus compatriotas nazis.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Ya desde el incendio de la biblioteca de Alejandria por los cristianos primero, los musulmanes despues, desde los auto de fe donde se quemaban libros heréticos, hasta la reciente barbarie donde los americanos del norte destrozaron a pura bomba tesoros milenarios de las antiguas culturas de la mesopotamia, el hombre sigue emperrado con el conocimiento, como conjurando las ideas.
ResponderEliminarPor estas tierras tambien los hemos sufrido,desde las piras con libros tachados de subversivos,hasta la barbarie que significo el incendio por orden judicial de cientos de miles de ejemplares del Centro Editor de America Latina,incendio efectuado en el 79... cientos de miles Cayetano, cientos de miles.
Esto sin contar los que muchos argentinos hemos enterrado o quemado incluso porque su posesion era peligrosa, en mi caso una biblioteca entera de los clasicos del marxismo y otros sospechosos, en momentos en que los rastrillos de ejercito entraban casa por casa-
El fin del fuego era que se perdiera el pasado y nunca se llegase a entender el presente, desde Alejandría siempre fue lo mismo, un pueblo muere sin el conocimiento de su cultura.
ResponderEliminarPero hoy que lo digital no arde con el furor del fuego, lo que se estila es bombardear con informaciones falsas todo aquello que se desea pase desapercibido, consumen la cultura, lo real, la libertad se extingue en segundos digitales en el que se ha sembrando el fuego en forma de duda que nos dejan sin el saber.
Y otros dictadores aún se creen que con la censuran pueden quemar la libertad y el saber.
Un abrazo
Carolus: de una cosa a la otra hay poco trecho.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame: unos "intelectuales" estos golpistas.
ResponderEliminarUn saludo.
Paco: y eso que el fuego puede ser una fuerza creativa; pero éste no es el caso.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: tentaciones tengo de quemar el libro de las fiestas locales; pero ni a eso me atrevo, aunque se lo merezca.
ResponderEliminarUn saludo.
Eduardo: está claro que no se habría librado de la quema.
ResponderEliminarUn saludo.
Nando: la autoquema es como el exilio interior. Te castigas para que no te castiguen otros.
ResponderEliminarUn saludo.
Senovilla: el fuego y la censura no podrán impedir que las cosas acaben saliendo a la luz; pero es una pena la de cultura que hemos perdido entre las llamas.
ResponderEliminarUn saludo.
El fuego destruye los libros, pero no las ideas.
ResponderEliminarUn saludo
Lo de la letra escrita, en libertad y sin tutelas, nunca fue del gusto de los tiranos.
ResponderEliminarSaludos.
Querido Cayetano, quemas de libros, índices de libros prohibidos, censuras y "nihil obstat"... ¡cuántos intentos por silenciar el pensamiento hecho palabra!
ResponderEliminarExcelente recordatorio para no olvidar, caro amico.
Mil bicos.
Como dijo el maestro Unamuno:
ResponderEliminar“¡Este es el templo de la inteligencia, y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho”.
Durante las dictaduras militares, aquí en Sudamérica, tendrías que ver los libros que prohibían "por las dudas"!!! Si algún título resultaba sospechoso, aún sin conocer su contenido, sólo guiándose por el título o por el autor, era quitado de las bibliotecas. Fue nefasto lo de "los censores" por aquellos años, hasta prohibieron canciones infantiles! En fin...Saludos, Cayetano.
ResponderEliminarAntorelo: afortunadamente, lo que arde en ellos suele ser sólo papel.
ResponderEliminarUn saludo.
Retablo: los tiranos no quieren que la gente tenga ideas propias.
ResponderEliminarUn saludo.
profedegriego: el saber os hará libres, una frase que a muchos no gusta.
ResponderEliminarUn saludo.
Primogénito: y luego, el "caballero legionario" (poco caballeroso sin duda) dijo aquello de "muera la inteligencia". Le echó narices el catedrático.
ResponderEliminarBesos.
Patzy: saben los dictadores que su sistema sólo pueda fundamentarse en el miedo, en la ignorancia y en el silencio. Por eso odian la cultura. El libro suele ser su enemigo.
ResponderEliminarUn saludo.
Extraordinaria entrada, Cayetano. El mundo de la intolerancia es tan amplio como incendiario. Lo que lees en El Quijote de muchacho te parece parte de la fábula, pero son muchos los ejemplos en los que los totalitarismos incendian los libros que muestran otro mundos más anchurosos, más abiertos. Lo peor es que no creo que estemos vacunados contra este tipo de tropelías y se seguirán produciendo. Ahora, algunos estados, ante la imposibilidad de controlar lo que se escribe, blindan su territorio de Internet, lo cual no deja de ser otra forma de incendio. La cosa es taparle la boca a quien no opina según los cánones.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues sí, la ceniza resultante hace desaparecer pruebas de delitos, personas enteras, etc, etc. el fuego, como todos los inventos tiene dos caras, la buena y la mala.
ResponderEliminarSaludos.
Francisco: nuevas "hogueras" para tiempos nuevos. El caso es fastidiar al prójimo.
ResponderEliminarUn saludo.
Juan: quién iba a pensar en el Paleolítico que aquel "invento" revolucionario iba a usarse para otros fines menos decentes...
ResponderEliminarUn saludo.
Hola cayetano:
ResponderEliminarEs triste cuando se acaba con la cultura de esa manera, quemando lo escrito. Se aprende de todo siempre, sobre todo de aquellos que ni siquiera conocemos...
Roger bacon, también fue perseguido por intentar dar a conocer sobre lo desconocido. La mayoria de sus obra fue quemada por los mismos franciscanos.
Saludos
He descubierto tu blog a través de otro al que ambos seguimos y me parecen muy interesantes tus entradas.Con tu permiso me hago seguidora.
ResponderEliminarSaludos
Ya que se acercan y empieza a vivirse el ambiente, como buen valenciano, el único arte que concibo se pueda quemar es la falla, que para eso se hace. Un abrazo.
ResponderEliminarTodas las culturas son bárbaras, todas sin excepción.
ResponderEliminar¡Salud!
Manuel: lo malo es que se habrán perdido escritos memorables imposibles de recuperar.
ResponderEliminarUn saludo.
Ámbar: bienvenida a esta tu humilde casa.
ResponderEliminarUn saludo.
DLT: esos son fuegos divertidos. Así deberían ser todos.
ResponderEliminarUn saludo.
Dissortat: culturas llenas de incultura.
ResponderEliminarUn saludo.
Carvalho no quemaba sólo mala literatura, tenía días, cuando iba a preparar una receta especial solía encender la chimenea con un libro que le hubiera gustado mucho :D
ResponderEliminarUn abrazo
Alma: afortunadamente era sólo una cremación literaria.
ResponderEliminarUn saludo.
Todas esas fechas se recuerdan, pero...
ResponderEliminar¡Qué pena de esos escritores que dejaron sus ilusiones impresas en tantos libros!
Un abrazo fuerte.
Rosario: quién sabe si además se perdieron para siempre obras que fueron pasto de las llamas.
ResponderEliminarUn saludo.
Me da escalofríos pensar en el fuego. Le tengo un miedo atávico y no sé la razón. Pensar en una muerte mediante la hoguera creo que es una de las peores que existen y lanzar al fuego libros supone la destrucción de una civilización. También, ya sé que tiene el significado de purificar, por ejemplo cuando se celebran en toda España las hogueras de San Juan, pero ese significado es más bien de tipo religioso: destruir la parte de mala de nosotros, simbólicamente, para volver a renacer. Y ahí me lleva a pensar que el fuego tiene dos significados: positivo y negativo. Positivo porque elimina metafóricamente nuestras penas y nuestros males para resurgir purificados como el Ave Fénix, y un sentido negativo de simple y llana destrucción. El problema está, como casi siempre, en las manos de los que lo llevan a cabo y en el sentido que quieren dar a tales usos.
ResponderEliminarSaludos
Carmen: un gran "invento" de la humanidad, utilizado para el mal con cierta frecuencia. Lo que te ocurre a ti con el fuego, me pasa a mí con el agua. Y la muerte quemado o ahogado debe ser horrible en ambos casos.
ResponderEliminarUn saludo.
Comparto esa última opinión. Porque quemar libros constituye una agresión brutal a la identidad cultural de un pueblo, es decir, de su identidad (a secas). Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarEn el año 644, Omar ordenó quemar los libros de la Biblioteca de los Ptolomeos en Alejandría con la aplastante lógica:
ResponderEliminarNo hay más que un libro verdadero: el Corán. Si los libros de esa biblioteca contienen cosas opuestas al Corán, son impíos y hay que quemarlos; y si dicen lo mismo que el Corán, son superfluos y hay que quemarlos también.
Según cuentan las crónicas, estos libros sirvieron para mantener encendidas las calderas de los baños públicos durante seis meses.
Así que...
Isabel: la cultura y las posturas dogmáticas e intransigentes siempre se han llevado mal.
ResponderEliminarUn saludo.
Javier: la misma postura intransigente que las juventudes hitlerianas con los libros "contrarios a la raza".
ResponderEliminarUn saludo.
'...Y luego está ese ardimiento virtual, tan letal o más como la quemación real.
ResponderEliminarNo, no: Uno y otra ya no son arquetipo de las clases dominantes, que arbitran a su antojo libertades ajenas. Se están instalando entre esa otra categoría
anónima, camino de convertirse, ¡también!, en fiscal de culturas y libertades. A menos de un paso del incendio provocado. Provocativo.
De tantos, liberamus Domine.
Abrazo
PMPilar: hoy se ha "democratizado" más, se ha extendido a otras capas la capacidad de "quemar". Los medios de comunicación ayudan muchas veces al linchamiento político del adversario o de los grupos molestos(una forma de quemar virtualmente).
ResponderEliminarUn saludo.
La frase final resume perfectamente la entrada, cuidado con los fanáticos y con los que usan el fuego para quemar la cultura, quizás nos acaben quemando a todos, de una u otra forma.
ResponderEliminarNo sé si se ha publicado mi comentario anterior, al menos me ha permitido reflexionar más sobre esta entrada.
Un abrazo.
Valverde de Lucerna: la verdad es que la frase en cuestión hace reflexionar.
ResponderEliminarLos fanáticos que queman libros no tendrán escrúpulos a la hora de quemar personas. Ejemplos hay en la historia.
Un saludo.
Y con cada ceniza que se va, se pierde la verdadera libertad...se pierde mucho y nunca regresara, excelente reflexion!
ResponderEliminarfeliz dia!
Patricia: y nunca sabremos el contenido de lo perdido.
ResponderEliminarUn saludo.
He conocido el final de gente que no quemaba las cosas, pero lo permitía.
ResponderEliminarTerrorífico, un final terrorífico.
El fuego purificador es casi inexistente.
Dapazzi: los ayudantes o consentidores de los pirómanos son más despreciables si cabe.
ResponderEliminarUn saludo.
Triste y recurrente medida esa de quemar libros por los sistemas autoritarios.
ResponderEliminarUna determinaciòn , ademàs de perversa , ineficaz porque el que tiene el vicio de la lectura encuentra siempre la manera de leer... especialmente lo prohibido.
En una època no se podìa pedir a los alumnos libros de Elsa Bornemann.
¡Prohibido prohibir!!!
Un abrazo.
Carmela: no se pueden poner puertas al campo. No sirve de nada.
ResponderEliminarUn saludo.