Felipe V
Felipe V de Borbón, el nieto de Luis XIV, que tras la guerra de sucesión inició esa dinastía en nuestro país, enfermó de “melancolía” y tenía depresiones. Y eso que de la melancolía a veces lo aliviaba Farinelli, “il castrato”, con su maravillosa voz. Pero la cosa se fue agudizando y el monarca se fue desentendiendo de los asuntos de gobierno, algo que recayó en manos de sus ministros y de su propia mujer -la segunda- Isabel de Farnesio. Un día que salió a cabalgar por la mañana regresó diciendo que el sol le había atacado. Tal era su creciente enfermedad mental que llegó a tener serias dudas de si estaba vivo o muerto y enterrado. Y preguntaba sobre ello a sus guardias. Confundía el día con la noche. Mandaba servir el desayuno tras la puesta del sol y la comida a las 12 de la noche. A las ocho de la mañana disponía que trajeran la cena. Por la noche encendía todas las luces y no dormía. De día mandaba cerrar todas las ventanas y echaba las cortinas para que no entrara la luz del sol. En verano se arropaba con mantas y en invierno abría las ventanas. Apenas se cambiaba de ropa y no se lavaba ni afeitaba. No se cortaba las uñas. Se mordía los brazos de ansiedad. Parte de sus manías y de sus depresiones las heredó su hijo Fernando VI, quien cuando murió su esposa Bárbara de Braganza, se pasaba las noches aullando como un lobo por los pasillos del castillo de Villaviciosa de Odón.
Los borbones en general tenían una afición común: satisfacer su voraz apetito sexual y con frecuencia engendrar o parir hijos habidos en relaciones con plebeyos. Un deporte al que se sumaron entusiastamente prácticamente todos, empezando por Fernando VII quien, aparte de las cuatro esposas consecutivas que tuvo, frecuentaba también la casa de Pepa La Malagueña; siguiendo con Isabel II y su numerosa prole atribuida oficialmente a Francisco de Asís, alias Paquita, y continuando con su hijo y su nieto, ambos Alfonsos, aficionados a hacer escapadas por el Madrid nocturno y también a echarse amantes del mundo del espectáculo. Alfonso XIII, por su parte, era muy aficionado al erotismo y tenía una buena colección de cine pornográfico, empleando al conde de Romanones como intermediario para hacerse grabar películas de alta calidad, las primeras en España en los años 20, algo muy novedoso en aquellos tiempos. Y hablando de aficiones y deportes, hasta tenemos un caso de rey “cazador” por tierras lejanas; aunque, según él mismo ha comentado, fue una equivocación y “no volverá a ocurrir.”
Nada especial que comentar tan solo agradecerte la enorme sonrisa con que he leído toda esta entrada. Agradecida amigo. Bsss.
ResponderEliminarTambién Felipe IV era dado a estas visitas macabras a El Escorial. Esto me lleva a pensar que, más que una manía o una extravagancia, podía ser una consecuencia de cierta visión de la muerte. Sería interesante reflexionar sobre esto.
ResponderEliminarSaludos don Cayetano.
Veo que hoy te has propuesto sacar Reales Trapos Sucios al viento... En todas partes cuecen habas, y los Austrias y Borbones no iban a ser menos.
ResponderEliminarHabría que pensar también en esos desayunos pantagruélicos a base de caza y aves de Carlos I...
Un saludo.
Cayetano, ¡vaya repaso a los Borbones y a algún Austria!
ResponderEliminarEs lo que tiene la endogamia, al final acaban todos tarados. Cosas de la genética.
Saludos
Completa entrada sobre las miserias de la realeza.
ResponderEliminarsaludos
Pues, la verdad, yo me pensaba que vivir como un rey era otra cosa...
ResponderEliminarSaludos.
¡¡Me encanta este profee!!
ResponderEliminarSon estas anecdotas las que se les quedan a los alumnos y al mismo tiempo se graban en la memoria nombres, edades, batallas...
Nos queda muy poco Cayetano.
Un abrazo fuerte desde mi Librillo.
¡Menuda fauna! Una colección de impresentables.
ResponderEliminarSaludos
Preocupado me has dejado con los síntomas de Felipe V, después de haber estado trabajando hoy en el turno de noche, son igualitos que los míos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca hubiera imaginado que Carlos V el hombre mas poderoso de su tiempo era literalmente un sorete.
ResponderEliminarRefuerza mi optimismo, sucede que siempre lo pongo como ejemplo acerca del progreso de la humanidad
digo que en mi humilde condicion de ciudadano de a pie de un pais alejado del centro del mundo,gozo de una mayor calidad de vida que el antecitado monarca,que seguramente se cagaba de frio en el Escorial y ni me atrevo a imaginar con que se lavaba el trasero luego de ir de cuerpo en el supuesto que lo hiciese.
En el caso de Felipe abuelo de Fernando ,esta claro que padecia de esquizofrenia o algun padecimiento mental de igual gravedad.
¿El Alfonso? bueno, al menos era mucho mas inofensivo que su actual descendiente y ocupante del trono que mata animales por pura aficion
Emejota: eso pretendía. Bastante tenemos ya con la prima de riesgo.
ResponderEliminarUn saludo.
Retablo: en todo caso, una costumbre algo macabra; pero eran otros tiempos, otras mentalidades.
ResponderEliminarUn saludo.
Negrevernis: y luego venían los ataques de gota. ¡Cómo no!
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarMe he reido mucho con esto de que Carlos V nació en el váter porque su madre andaba cuidado al padre....
Todas esa manías denotan que hasta los nobles son humanos.
Lo de Felipe V pudo ser Alzheimer.
Saludos
Carolus: por eso estos últimos han aprendido la lección. Se han casado con gente ajena a la familia.
ResponderEliminarUn saludo.
Antorelo: miserias y alguna alegría para el cuerpo.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: como dijo el amigo Nando que anda por aquí, crisis aparte, vivimos mejor que esos reyes de antaño que pasaban un frío de muerte en los lóbregos palacios y se limpiaban el culo con un trapo.
ResponderEliminarUn saludo.
Rosario: eso es. Las anécdotas son lo que mejor se recuerda siempre.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco Espada: impresentables, en efecto; pero era lo que había, ajo y agua.
ResponderEliminarUn saludo.
Eduardo: ya me has dejado preocupado. No me digas que vas a dormir de día con las cortinas echadas. Por ahí se empieza...
ResponderEliminarUn saludo.
Nando: me temo que no se lavaban ni el trasero ni el potorro ni nada por el estilo. El tufo tenía que ser de órdago. Y sobre los problemas mentales, todavía no había antidepresivos ni ansiolíticos ni psicólogos de esos, solo había curas que te confesaban y algún castrado que cantaba para aliviar la melancolía. Poca cosa.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: dices que podría ser Alzheimer lo de Felipe V y claro, con los pocos medios que había entonces, no sabrían qué hacer para aliviarle. En el fondo, muchos de estos monarcas eran unos infelices.
ResponderEliminarUn saludo.
Curiosa y morbosa manía la de Carlos II.
ResponderEliminarSaludos
Dissortat: le sirvió de poco, porque al parecer lo hacía como un sortilegio para curar su incapacidad de engendrar.
ResponderEliminarUn saludo.
La caza y las aventuras sexuales, los dos grandes deportes de los borbones. Aunque luego las medallas las ganan en vela.
ResponderEliminarLo de Felipe V en realidad era para volver locos a los demás. Interesante Cayetano. Un saludo.
ResponderEliminarLo de Felipe V no parece una manía, sino un auténtica patología. Hay trastornos de los que no se libra nadie... Muy interesante, querido amigo.
ResponderEliminarQue duro es ser Rey, sobretodo si te sale la familia torcida...
ResponderEliminarLa historia tienes esos toques de misterio, grandeza y misereas y que hoy traes para disfrutar.
Un abrazo.
Nonsei: "en vela" debían pasar las noches en algunos momentos cuando peligraba el trono.
ResponderEliminarUn saludo.
DLT: me imagino la cara de póker de Isabel de Farnesio cuando su marido hacía desayunar a la gente a esas horas de la noche.
ResponderEliminarUn saludo.
Isabel: doc Manuel dice que podría tratarse de Alzheimer.
ResponderEliminarUn saludo.
Jose Senovilla: y qué sería de este pueblo si no pudiéramos contar miserias de nuestros políticos y reyes. Al menos nos queda ese consuelo.
ResponderEliminarUn saludo.
Dices de los Borbones que tenían un voraz apetito sexual y que engendraban hijos por doquier, pero me parece que estas dos "virtudes" las heredaron de sus antepasados en el trono, porque sólo hay que rastrear las andanzas de Felipe IV para darse cuenta de ello. De locura estaban también sobrados, auqnue sólo se manifestaban en ciertos miembros de la prole real. De Isabel de Portugal (madre de Isabel la Católica), pasando por Juana la Loca, su nieta Juana de Austria (hija de Carlos I)y su hijo don Sebastián de Portugal, hasta don Carlos (hijo de Felipe II) y el príncipe Baltasar Carlos, entre otros, la locura parecía salpimentar las vidas de muchos de los Austrias, antes del nacimiento de Carlos II. Lo del episodio de éste en Escorial no tiene desperdicio.
ResponderEliminarSaludos
Carmen: así era, en efecto. El campeón de hacer bastardos fue sin duda el Rey Planeta. Y la fama de los borbones, sin duda merecida, la rompió el primero de todos. Felipe V estaba como una regadera, pero era totalmente fiel. La promiscuidad vino a partir del felón.
ResponderEliminarUn saludo.
Ríete tú de las manías del pueblo llano...je,je,je..magnifica entrada amigo.
ResponderEliminarBesicos
Cabopá: no sé si poner anécdotas reales o reales anécdotas. La colocación del adjetivo hace que varíe el sentido de la expresión.
ResponderEliminarUn saludo.
Ni reyes, ni pasado...lo curioso es cuando hoy en día, en los periódicos, nos sorprenden noticias como esta: http://www.eldiario24.com/nota/236475/mujer-colombiana-convive-un-mes-con-el-cadaver-de-su-esposo.html
ResponderEliminar¿Qué me dices? Je!Los seres humanos somo una fuente inagotable de acciones curiosas, el tema es saber encontrarlas, contarlas y compilarlas como lo haces tú, en este magnífico espacio! Abrazooo Cayetano.
Patzy: esa mujer debía de estar como una regadera. Ni se daba cuenta del tufo del difunto. En fin, como muestra sirve un botón.
ResponderEliminarUn saludo.