De todos es conocida la mala relación entre Quevedo y Góngora y cómo el primero, en afilados versos, arremetía contra el poeta cordobés, levantando sospechas sobre su fe religiosa :
“Yo te untaré mis obras con tocino,
porque no me las muerdas, Gongorilla.
(...)
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?"
(...)
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?"
Y a todos nos daba pena este ataque furibundo, lleno de intransigencia y mala uva, contra el poeta culterano, temiendo que la Inquisición la tomara con él.
Pero parece que Góngora no se quedaba atrás en este asunto…
Recientemente (*) ha salido a la luz un manuscrito inédito del autor de Soledades, donde delata ante el Tribunal del Santo Oficio nada menos que al inquisidor Alonso Jiménez de Reynoso, acusándolo de amancebamiento con una mujerzuela que vivía en compañía de unas moriscas y para más señas en la calle de los Judíos. Según el paje del inquisidor, Álvaro de Vargas, doña María “entraba y salía” de la casa de Reynoso “muy de ordinario, y la tenía veinte y treinta días en un aposento alto que llaman de la Torre”. Añadía el paje que cuando el inquisidor "dormía con la susodicha doña María lo echaba él de ver en quatro y seis camisas que había él mudado la noche y estaban tendidas a la mañana en el terrado para enjugallas del sudor, donde hallaba en las delanteras de las dichas camisas las inmundiçias y suçiedades hordinarias de semejantes actos".
Al parecer, el tal inquisidor tampoco hacía ascos a mujeres casadas. El poeta halló en el Alcázar cordobés a Luisa de Grazia y le preguntó qué hacía allí, a lo que la dama respondió que “un negocio que tenía con el inquisidor Reynoso”. Y al preguntarle que si era secreto, ella con descaro respondió que “tan secreto que estaba debajo de las faldas”.
El hallazgo de este manuscrito se debe a la hispanista Amelia de la Paz quien buceando entre cajas llenas de legajos del Archivo Histórico Nacional, en busca de documentos sobre la Inquisición, topa con el manuscrito en cuestión donde se habla de una visita que el poeta cordobés realizó al Tribunal del Santo Oficio de su localidad en 1597 para acusar al inquisidor más relevante de la ciudad, amigo suyo para más señas, de mantener relaciones poco apropiadas y nada edificantes para un cristiano de su categoría. Góngora comenta: “Lo tengo por mal cristiano. Y no lo digo por odio ni por enemistad, sino por el descargo de mi conciencia (…) que hago de ver que un inquisidor (…) el que más tiene obligación de dar buen ejemplo con su persona y costumbres (…) viva tan suelta y disolutamente, con tanto escándalo como tengo dicho y contra él se podrá probar.”
¿Celo religioso? ¿O tal vez venganza?
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(*) Hablan de esto:
Abc/cultura. Edición impresa. Miércoles 30 de mayo de 2012. Artículo de Antonio Astorga.
Muy interesante ya que estos dos poetas siempre han despertado pasiones, sobre todo en la escuela, cuando los estudiábamos estos desencuentros daban pie a muchos chistes colegiales y lo bueno es que te aprendías versos y conocías la literatura como un juego.
ResponderEliminarBuen aporte amigo. Un abrazo.
Curioso artículo, con lo temible que debía ser la Inquisición y un particular (aunque con cierta fama) se la juega denunciando a un inquisidor.
ResponderEliminarA ver qué particular denuncia ahora a los "intocables" de nuestra sociedad (jueces, políticos, nobleza y realeza, banca, "oráculos" de medios de comunicación, etc)
Tal vez no se haya disuelto al Inquisición
Saludos
Carolus
Muy bueno Cayetano. Ya se ve que seguimos como siempre, solo que las malas costumbres ahora han "emigrado" de espacio gracias al movimiento de liberación femenino. Bss.
ResponderEliminarNO HAY NADA NUEVO POR INVENTAR.
ResponderEliminarAcudimos en estos momentos a las vendetas de los jueces de esta piel de toro, un símil con todo lo que nos cuentas, al fin y al cabo, más de lo mismo. Los mismos perros con diferentes collares.
saludos.
(posdata).
ResponderEliminarSalvando la gracia y estilo de estos personajes del siglo de oro, porque los actuales, la gracia la tienen en los cuernos.
Dos grandes creadores enfrentados.
ResponderEliminarsaludos
Jose Senovilla: así es. Es una manera agradable de aprender.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues eso tan español de "A Dios rogando y con el mazo dando".
ResponderEliminarUn saludo.
Carolus: estos son los nuevos torquemadas.
ResponderEliminarUn saludo.
Emejota: afortunadamente las cosas han cambiado, menos ser un "chivato" como Góngora.
ResponderEliminarUn saludo.
Dapazzi: estos tienen poca gracia, la verdad sea dicha, aunque siguen haciendo de su capa un sayo como antaño.
ResponderEliminarUn saludo.
Antorelo: se hacían sombra mutuamente y por eso se odiaban, porque eran dos genios.
ResponderEliminarUn saludo.
Eduardo: como siempre, los que mayor ejemplo debían dar.
ResponderEliminarUn saludo.
Era del año la estación florida En que el mentido robador de Europa
ResponderEliminar?Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo?,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
?Náufrago y desdeñado, sobre ausente?,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento.
Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de tu madre
—Que murió, siendo inmortal,
De envidia de mi señora—,
Que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.
!!!Aayyy Don Luis de Gongora y Argote, cuantas horas he pelado en la secundaria cuando el profesor de Literatura pretendía que le explicara la Soledad Primera...
pronto me reconcilie contigo al conocer otras letrillas
Repudio en mi corazón tanta acusación de unos contra otros y repudio a esos magistrados de tribunales varios que, en dedicándose a juzgar, tienen ellos mismos materia y mucha para ser juzgados.
ResponderEliminarEn cuanto al cruce de ataques de Quevedo con Góngora y viceversa (también Lope dejó algunos escritos muy enjundiosos), hoy los considero páginas gloriosas de nuestra literatura y que tenían mucho más que ver con los celos profesionales que con la denuncia propiamente dicha.
Un abrazo.
Nando: y cuánto debemos al gran Paco Ibáñez que nos acercó hasta el mismísimo Góngora.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: eran gente genial que desbordaba talento por los cuatro costados.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: eran gente genial que desbordaba talento por los cuatro costados.
ResponderEliminarUn saludo.
Como afirma Carolus, era un tipo valiente para enfrentarse a un hombre del Santo Oficio. Y más cuando se trataba de Góngora.
ResponderEliminarSaludos.
Me parece que el amancebamiento estaba a la orden del día en cuanto a clérigos se refería, pues, quien más quien menos, tenía a su ama de llaves o a una sobrina viviendo bajo el mismo techo. Me imagino que el ataque de Góngora tendría un contexto que desconocemos, una situación que hizo revolverse a más de uno contra las veleidades del inquisidor Reynoso y seguro que entre ellos estarían otros clérigos ávidos de ese mismo puesto, a favor de los cuales estaría Góngora. Era difícil comenzar una cruzada en solitario frtente a un inquisidor y si era necesario, mejor hacerlo bien acompañado.
ResponderEliminarSaludos
Retablo: se dice que el tal inquisidor le había hecho una jugarreta a Góngora de las gordas. Y este le devolvió la pelota en cuanto pudo.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen: piensas bien. Los españoles hemos cambiado poco en esto de conspirar para derribar al adversario y ponernos en su lugar en compañía de los amigos.
ResponderEliminarUn saludo.
Cuando parece que está todo sabido, cuántas sorpresas quedarán aún por descubrir en esas cajas llenas de papeles. Un saludo.
ResponderEliminar¡Cuánto chivatazo, en puesto de dedicarse cada uno a lo suyo! Y está claro que ni siquiera lo hacían por defender la ley imperante, sino pa fastidiar al otro!
ResponderEliminarLos políticos actuales siguen esta línea, viendo la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio.
DLT: y que el malo de la película no solo era Quevedo.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: hemos cambiado poco. A peor, tal vez.
ResponderEliminarUn saludo.
Rencillas que siempre hubo entre grandes divos, Cayetano. Aprovecho para despedirme de tu espacio por un tiempo. Yo ya he dado carpetazo a mis blogs y visito pocos, tal vez por desmotivación y algunos problemillas personales, pero espero recobrar la actividad tras el verano. Que disfrutes mucho este verano. Un fuerte abrazo de amigo.
ResponderEliminarHola Cayetano:
ResponderEliminarQuizás la denuncia fue de buena fe, me refiero a que el hombre lo hizo pensando que hacía bien...
Ahora, extrapolando la situación a la actual, sería complicado denunciar, a alguien de un poder similar al inquisidor...o me equivoco??
Saludos Cayetano
Paco: espero que esas cosillas se vayan solucionando, también que cargues las pilas y tras el descanso vacacional retomes tu apreciado blog.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: no te falta razón. El poder que acumulan algunos hoy los hacen prácticamente intocables por la justicia.
ResponderEliminarUn saludo.
Se detestaban, y no cordialmente estos señores.
ResponderEliminarSaludos
Caramba con Góngora. Mejor no ser amigo ni enemigo de él, sino mantenerse lo más alejado posible, por si acaso!
ResponderEliminarPero sus peleas con Quevedo eran de lo más divertido.
Feliz fin de semana
Bisous
Dissortat: dos genios cada uno en su estilo y con una fuerte personalidad que llevaba al enfrentamiento.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame: un gran escritor, pero algo intratable.
ResponderEliminarUn saludo.