Mi nueva aportación a La Charca Literaria.
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Principio y final de la historia.
Es un hecho innegable: la gente tiene prisa y no lee. Vivimos en un mundo agitado donde no hay lugar para los libros. Porque la buena lectura requiere su tiempo. ¿Qué hacer entonces? ¿Resignación? ¿Renunciar a disfrutar las grandes obras? ¿O tal vez buscar un camino intermedio entre la lectura y la no lectura?
La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.
Ana volvió a la vida rasgando las nieblas de un delirio que le causaba náuseas. Había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo.
En la sección de librería de La Charca Literaria hemos encontrado la solución: literatura para los que tienen prisa. Versiones muy cortitas de grandes obras de la literatura universal, con principio y final. Pero solo con principio y final. Cada una en una página. Una esmerada selección. Todo en un solo volumen. Eso sí, con un estupendo diseño de cubierta, contraportada y un listado de las obras condensadas, a modo de índice. (*) No me dirán que la idea es mala.
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.
Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se derrumbó de bruces en la cocina.
Una solución también para los que tienen en sus casas poco espacio para libros.
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.
Tan cerca de la muerte, mamá debía de sentirse allí liberada y pronta para revivir todo. Nadie, nadie tenía derecho de llorar por ella. Y yo también me sentía pronto a revivir todo. Como si esta tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí, tan fraternal, en fin, comprendía que había sido feliz y que lo era todavía. Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio.
Solo principio y final de cada obra.
Ya puede usted presumir de haber leído a Camus, a García Márquez, a Vargas Llosa…
-Despierta, Panta -dice Pochita-. Ya son las ocho. Panta, Pantita.
-¿Las ocho ya? Caramba, que sueño tengo -bosteza Pantita-. ¿Me cosiste mi galón?
-Sí, mi teniente -se cuadra Pochita-. Huy, perdón, mi capitán. Hasta que me acostumbre vas a seguir de tenientito, amor. Si, ya, se ve regio. Pero levántate de una vez, ¿tu cita no es a…?
-Las nueve, si -se jabona Pantita-. ¿Dónde nos mandarán, Pocha? Pásame la toalla, por favor. ¿Dónde se te ocurre, chola?
-Aquí, a Lima -contempla el cielo gris, las azoteas, los autos, los transeúntes Pochita-. Huy, se me hace agua la boca: Lima, Lima, Lima...
-Brrrr, que frío, qué frío -se estremece Pochita-. Dónde están los fósforos, dónde la maldita vela, qué horrible vivir sin luz eléctrica. Panta, despierta, ya son las cinco. No sé por qué tienes que ir tú mismo a ver los desayunos de los soldados, maniático. Es muy temprano, me muero de frío. Ay, idiota, me arañaste otra vez con esa esclava, por qué no te la quitas en las noches. Te he dicho que son las cinco. Despierta, Panta.
Si usted no lee, es porque no quiere.
(*) Reserve su ejemplar. Encuadernación esmerada con lomos en piel, nervios y dorados… También en rústica, formato bolsillo, precios populares.
Los libros no ocupan espacio. Mejor dicho, ocupan el suyo, el que por nacimiento tienen derecho hasta en los hogares más humildes. Si algo puede salvarnos de ser manada es regastar nuestra vista en los libros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por esa misma razón que dices, este texto va con segundas intenciones. No hay mejor inversión, es cierto.
EliminarUn abrazo, Paco.
Eso es una manera de aficionar a la gente. Es como darles un caramelo y quitárselo al primer chupetón. Creo que es una idea estupenda para que la gente que tiene prisa se de cuenta de lo que se está perdiendo.
ResponderEliminarBesos
Así es. La idea es inocular el veneno dulce de la lectura.
EliminarUn abrazo, Ambar.
De los fragmentos que hoy nos muestras, me ruborizaré, sólo conozco algunos, véase "Cien años de soledad", "La metamorfosis" y "La Regenta". Eso sí, puedo presumir de haber leído las novelas enteritas... seguro que otros no pueden decir lo mismo en este imperio de los tuits de pocos caracteres.
ResponderEliminarUn saludo
Yo sé de buena tinta que eres buena lectora.
EliminarAhora que lo dices, pensé en poner La Metamorfosis, pero al final me decanté por otros títulos. O sea que me leíste el pensamiento. Podrías haber hecho trampas y buscar en google poniendo el principio de cada obra. Me imagino, quiero pensar bien, que los libros que citas sí se los ha leído enteritos casi todo el mundo, pues son el abc de la literatura y muchos son lectura obligatoria en el Bachillerato y en el extinto COU; aunque también es verdad que muchos no leen ni el libro de las fiestas de su localidad. Jejeje.
Un saludo, Carmen.
¡Jajajajaja y pronto, en formato Twitter!
ResponderEliminarBesos
Lo bueno, si breve, dos veces bueno, que diría Gracián. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Muy buena idea. En la TV ya hubo un intento, lo recomiendo: https://www.youtube.com/watch?v=PtC862fsG_o
ResponderEliminarUn saludo
Con este método, los profes de literatura iban a tener poco trabajo. Y los alumnos... ya ni te cuento.
EliminarUn saludo, Carlos.
Leer siempre ha sido un placer. Nunca me cansaría. A veces hay que leer rápido, pero no con prisas (los informe médicos, que también los leo) y luego, disfrutar, recordando lo leído.
ResponderEliminarMe gustó mucho el inicio de tu post...Es que vuelvo a leer 100 años de soledad
Saludos Cayetano
Y como dijo el recién fallecido Juan Goytisolo, hay que releer sobre todo. A las buenas obras siempre se regresa, como tú a los 100 años de soledad.
EliminarUn saludo, Manuel.
Bueno, el resumen de "La Guerra de las Galias" de Julio César podria ser "Llegué, ví y vencí".
ResponderEliminarAsí nos ahorramos la rebelión de Vercingetorix y el asedio de Alesia, que dan un poco de pereza.
La siguiente entrada de mi "blog" la voy a dedicar a un cierto "modelo" de lectores algo pedantes.
Un abrazo
Pues sí, suponiendo que la obra de César pueda considerarse literatura, que de todo tiene que haber, y con ese título y esa fama es más fácil que sea leído, como aquí los expresidentes o la gente del petardeo. Jejeje.
EliminarQué bueno eso de los pedantes.
Un abrazo, Rodericus.
AMBAR lo explica de maravilla. No creo que yo pueda aportar algo más.
ResponderEliminarSalut ¡¡¡
Sí.Viene a ser como enseñar el marco y el título del cuadro, sin lo de dentro. Si te pica la curiosidad seguirás leyéndolo todo.
EliminarUn Saludo, Miquel.
Ante idea tan excelente, mi felicitación y una cierta complicidad porque veo que hemos coincidido en buena parte de nuestras lecturas, de Vargas Llosa a Clarín. Igual que en tu frontera de la locura vi la sombra de Panero. Pero sólo la sombra, lo justo para detonar la creatividad del autor. Así Cervantes con Joanot Martorell.
ResponderEliminarSuerte, Cayetano. Saludos.
Muchas gracias, Ana. Las lecturas son de las que hace uno nada más entrar en edad de entender las cosas de los adultos: el bachillerato superior y el COU (antes, el PREU)
EliminarUn saludo.
Por mucha brevedad que haya, siempre será más largo que los 140 caracteres de twitter. El buen lector disfruta de la lectura y cuanto más largo sea el libro mejor. Pero nunca se sabe, esto es como tirar la caña que seguro que alguno pica.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces hasta pican aunque solo haya caña y sedal, dejándote el cebo en casa. Jejeje.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.
Pero que muy cortas las versiones, ideales para perezosos. Cierto que vivimos en un mundo acelerado, donde sacar tiempo para una lectura sosegada se torna difícil para muchos. En tiempos pretéritos, sin tv, internet ni demás distracciones, la lectura no era un pasatiempo, era una necesidad vital.
ResponderEliminarUn saludo!
Malos tiempos estos para los libros en general.
EliminarUn saludo, Félix.
Es cierto que estamos falta de tiempo para leer a los grandes de nuestra literatura,y esta idea vuestra me parece genial.
ResponderEliminarLos libros ocupan lugar físico en nuestras vidas, y por desgracia es algo que escasea en nuestras casas pero eso no debe impedirnos leer pues en las bibliotecas públicas tenemos todo lo necesario para leerlos.
No pretendo ser agorera pero el libro en papel en el futuro será algo a conservar como objeto de coleccionista.
Me parece interesante vuestra idea,micros libros extraídos de macro libros.
Un saludo Cayetano
Puri
En el fondo es una mera ocurrencia mía, con intención crítica, de la que no hago responsable a nadie más. Jejeje.
EliminarUn saludo, Puri.
Estos días, con la feria del Libro madrileña, he visto mucha publicidad de libros-negocio. Libros de actores, locutores, presentadores; libro de cocina, memorias, o novelas; no criticaré algo que no he leído; pero el fomento a la afición de leer se consigue de otro modo; éste quizás sea uno.
ResponderEliminarUn saludo.
A mí me deprime mucho ver esas colas interminables en la Feria del Libro en las casetas donde firma gente del petardeo o del famoseo nacional.
EliminarUn saludo, DLT.
me encanta lo que sugieres con letras del momento gracias
ResponderEliminarMuchas gracias, Recomenzar.
EliminarUn saludo.