martes, 27 de junio de 2017

Miserias de la posguerra española



Tras la Guerra Civil y el triunfo del general Franco, los años cuarenta y parte de los cincuenta fueron muy duros para los españoles. Años de aislamiento internacional, privaciones, censura, represión, miedo y hambre. Años terribles de penurias y cartillas de racionamiento. 
Con el hambre y la escasez floreció el estraperlo, o mercado negro, del que se beneficiaron algunos desaprensivos que hicieron fortuna con la miseria ajena. Artículos como el aceite, el bacalao o el tocino se convertían en artículos de lujo. El chocolate que se comía estaba hecho de una pasta terrosa a base de algarrobas, el pan era negro y las lentejas estaban pobladas de bichos y piedras. El café era como el caviar, escaso y caro. En su lugar se tostaba algún cereal o se consumía achicoria, un sucedáneo infame. Desde 1939 hasta 1952 estuvieron presentes en la vida de los españoles estas cartillas de racionamiento que obligaban a muchos a una dieta obligada. 
Vuelve a hacerse presente esa España del hambre y del atraso tan conocida durante nuestra Edad Moderna, la España del Lazarillo, la de Rinconete y Cortadillo, la del Siglo de Oro con su procesión de pícaros y de siniestros personajes como el Dómine Cabra de Quevedo. 
Y como en toda época de privaciones, reaparece el humor negro. Ese humor que hacía que Lázaro de Tormes estrellara al ciego contra el pilar de piedra o que pintaba una imagen del hidalgo escarbándose los dientes en la puerta de su casa para que lo vieran los vecinos, como si hubiera acabado de comer, regresa ahora en forma de pluriempleado padre de familia que sueña con llevar a su familia a la playa a comer marisco y su sueldo no le da más que para unas sardinas de lata, en forma de bocadillo envuelto en papel de periódico, que era el envoltorio típico, y poder pagar la radio comprada a plazos. 
Si en el Siglo de Oro fueron la pintura y la literatura los vehículos encargados de contarnos las penalidades de nuestros paisanos, ahora son el cine, la radio y el cómic, llamado entonces tebeo, los que nos dan cuenta de ello. Y así nos encontramos, por ejemplo, con la figura de Carpanta, de José Escobar, siempre pasando hambre y soñando con un pollo asado bajo el puente donde vive. O las penurias de las chicas de pueblo que se van a servir a la ciudad: Petra, criada para todo, también de Escobar. No faltan ni el autoritarismo del “pater familias” en Zipi y Zape, de Escobar, ni las agresiones verbales y físicas o las familias mal avenidas: Las hermanas Gilda, La familia Cebolleta, ambas de Manuel Vázquez.  



En la radio, una serie de gran audiencia, Matilde, Perico y Periquín, siempre terminaba con castigo físico del progenitor hacia el niño travieso. Recuerdo siempre que finalizaba cada episodio con el llanto de Periquín diciendo aquello de “¡Nooo, a nene pupa nooo!” Hoy hablaríamos de malos tratos. 
En nuestro cine, muy influenciados por el neorrealismo italiano, nos encontramos a Juan Antonio Bardem o a Luis García Berlanga y a un guionista de excepción: Rafael Azcona. Y de esta forma nos topamos con películas como Plácido, de Berlanga con guión de Azcona, o siente a un pobre en su mesa esta Navidad y deje su conciencia tranquila, el atraso rural y confiado de Bienvenido, Mister Marshall, también de Berlanga. Guiones de Azcona para las películas El pisito, El cochecito, El verdugo, etc., son espejo y denuncia de una época, su atraso y su miseria moral. Paralelamente se desarrolló una filmografía nacional dirigida o auspiciada por el régimen donde se resaltaran las cualidades del auténtico español o las virtudes patrias: “Raza”; “A mí la legión”; “Franco, ese hombre” o “Marcelino, pan y vino”. 


Capítulo perteneciente a “Historias que no son cuentos”, ed. Art Gerust

Pedidos a la editorial.
pedidos@artgerust.com


29 comentarios:

  1. Aquellos Tebeos y aquella radio de posguerra expresaron muy bien la miseria provocada. Ahora, las cadenas de televisión con unos programas adocenados hacen alarde de lujo y ostentación, nos presentan una sociedad tramposa donde parece que todos nadamos en la abundacia, en unas aguas donde la realidad es otra: unos ciudadanos que pasan penurias, con una precariedad laboral y una incultura inveterada que alcanza niveles espantosos, mientras, contemplamos la corrupción y la impunidad de los corruptos, es una vergüenza. La crisis ha sido una estafa, no se puede interpretar de otra manera.
    Salud
    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces me invade una sensación de vacío, asco e impotencia: nos han engañado. Hemos perdido estupendas oportunidades para adecentar esta casa y progresar culturalmente. El timo del toco- mocho. ¿Para eso luchamos por recobrar la libertad?
      Saludos, Francesc.

      Eliminar
  2. Tiempos grises, mas bien negros y que duraron demasiado, mas que en el resto de Europa tras la II GM. La cosecha fue una generación de españolitos mas duros que la madre que los parió. Como bien citas, así venía siendo costumbre desde hace siglos. ¿Volveremos a eso?

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al paso que vamos, no me extrañaría que volviéramos a esos tiempos negros. Nos han tomado el pelo.
      Un saludo, Carlos.

      Eliminar
  3. Tiempos duros, que impresionan ser similares a los actuales, solo que volteamos la mirada.

    Saludos Cayetano

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mirar hacia otra parte es un recurso que se usa mucho: ojos que no ven, corazón que no siente; aunque el problema sigue estando ahí.
      Un saludo, Manuel.

      Eliminar
  4. Sólo veo que cambia el continente, el envase, que no el contenido.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como decía Rafael Amor: el hambre no avisa nunca. Vive cambiando de dueño.
      Un abrazo, Miquel.

      Eliminar
  5. Cayetano los que conocímos aquellos tiempos sabemos que aquella miseria engendró la ilusión de superarla, sin embargo ese no es el caso en la actualidad, el adocenamiento se reviste de distinto manto pero siempre fruto de la miseria de fondo de la naturaleza humana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Triste es reconocerlo, pero no deja de ser cierto.
      Un saludo, Emejota.

      Eliminar
  6. Creo que esa época fue germen para tanto "pícaro"
    La gente, en general, lo pasó muy mal pero siempre había el que aprovechaba la situación sin escrúpulos. A que nos suena?
    Besos, Cayetano

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto. De la crisis algunos han salido más ricos.
      Un abrazo, Arantza.

      Eliminar
  7. ¡Qué época terrible aquella! Sabía que había habido racionamiento pero no que hubiera durado tantos años. Qué cosa con el extraperlo y quienes lucraban con la desgracia humana. Conozco varias de las películas que nombras. de Berlanga etc, etc incluso, tengo un análisis de Raza, como ej. de película
    propagandística de un régimen totalitario.

    No se me pasa el detalle de que está es una publicación n de un texto en otro libro tuyo. Espero que sigas publicando aquí historias de ese.

    Un abrazo muy fuerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo nací al año siguiente de que quitaran las cartillas de racionamiento. Digo yo que muchos celebrarían el fin de las restricciones. Lo peor de la posguerra había pasado, afortunadamente.
      Y sí, de vez en cuando, he publicado -y espero seguir haciéndolo- algunas cosillas de ese otro libro mío.
      Un abrazo, Myriam.

      Eliminar
  8. Estaba leyendo tu texto con esos nombres que tantos recuerdos me han traído y al llegar al final me has dejado pensativa. Inocencia, ingenuidad, escasez, si, necesidad, también. Pero en cuanto a miseria moral, comparado con hoy no sé que decirte, Cayetano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y la miseria moral es todavía peor que la económica, degrada más al que la ejerce, puesto que el pobre no es libre para elegir, mientas que el corrupto o el sinvergüenza que se lucra a costa del prójimo, puede emprender otro camino más decente. Y hoy tenemos mucho de eso también.
      Un saludo, Ana.

      Eliminar
  9. Tiempos complicados pero a al vez sencillos, los que eramos niños lo veíamos todo como tal.
    Lo de Matilde Perico y Periquin era de máxima audiencia en aquellos años y que bien lo pasábamos con sus aventuras.
    Es bueno traer a la memoria aquellos tiempos tan emblemáticos para algunos y para otros sencillamente cotidianos.
    Un Saludo Cayetano
    Puri

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos conformábamos con pocas cosas. Un aparato de radio ya era un tesoro.
      Un saludo, Puri.

      Eliminar
  10. Jodida etapa de nuestro país. Desde jovenzuelo me sumerjí en las páginas de "La Codorniz", buscando por aquí y por allá cualquier ejemplar para mi deleite. La revista de Mihura retrataba mordazmente aquella época y sabía torear con un humor de lo más inteligente la censura de la época. Unos genios.
    Un saludo, Cayetano

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy cierto. En épocas de crisis hemos sido únicos en el arte del humor inteligente y de grueso calibre. Ahí tienes al autor del Lazarillo, un Azcona de su tiempo.
      Un saludo, Félix.

      Eliminar
  11. Como en el Siglo de Oro la picaresca, mezclada con el humor ante la inapelable situación de crisis, campaba en todos los aspectos de la vida. No quedaba otra que ponerle una pizca de ironía al asunto. En la penuria quizá fueran más felices de lo que somos ahora, siempre esclavos del materialismo e inconformistas hasta la médula.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El desconocimiento de la existencia del bienestar obraba el milagro de que fuéramos felices con pocas cosas. Lo malo es tener y después verse uno privado de lo necesario.
      Un saludo, Carmen.

      Eliminar
  12. omo tú nací al poco tiempo de eliminarse el racionamiento. Pero en según que artículos de alimentación los precios eran prohibitivos.

    Recuerdo que el pollo era un plato de domingos y fiestas de guardar, y los filetes de ternera yo solo los cataba cuando estaba enfermo.

    Y una rádio era un articulo de lujo y mágico. Seriales de Sautier Casaseca, los consultorios de la señora Fráncis, que resulto nos ser una señora sino un tipo con bigote.

    Matilde, Perico y Periquin hoy serian políticamente incorrectos, ya que Periquin acababa recibiendo en cada episodio una tanda de azotes en el trasero. Aunque pienso que a alguno de los "enanos hiperactivos" de hoy en dia no le iría nada mal un tratamiento como ese por parte de su padre.

    No añoro nada de aquellos tiempos, pero coincido con alguna opinion que he leido en que aquello nos hizo mas duros que las generaciones que han llegado después, y a valorar mejor todo lo que nos rodea ahora.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto. Los que conocimos tiempos peores, podríamos adaptarnos de nuevo si las cosas se ponen feas. No sé qué sería de todos esos chicos con habitación propia, ordenador, móvil y la mochila escolar llena de derechos y con pocas líneas rojas.
      Un abrazo, Rodericus.

      Eliminar
  13. La posguerra fue casi tan cruel como la guerra, fueron muchos años de penurias Cayetano y por según que zonas se alargo casi hasta los años sesenta.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. El pan de cada día en los hogares de antes ese miedo a que se vieran las miserias.-Como se solía decir:los trapos sucios se lavan en casa...-Afortunadamente esa etapa de tantas escaseces que era miseria pura y dura.-Gracias a estos cineastas aunque con censura que supieron reflejar esa España profunda donde la picaresca era necesaria para no morir de hambre y aderezada de humor-Es que la posguerra en España fue larguísima.

    ¡Feliz verano y sobre todo felices vacaciones, yo las comienzo hoy

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El hambre agudiza el ingenio. Y el humor negro.
      Un abrazo, Bertha. Felices vacaciones.

      Eliminar
  15. -Un abrazo, es que por ciencia infusa el comentario ha desaparecido:(

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.