lunes, 17 de octubre de 2016

Toro Sentado (y 2)



Te conocías cada brizna de hierba, cada matorral espinoso, cada rama tronchada, cada piedra del camino. Reconocías cada huella, cada pluma de águila, cada insecto, cada trocito de musgo, cada serpiente cascabel agazapada al acecho entre las hierbas. Distinguías los ecos, los sonidos, el relincho del caballo salvaje, el chillido de la comadreja, el crepitar de la madera en la hoguera, el olor del humo que impregnaba tu piel… Esa era tu sabiduría. La habías aprendido de tus mayores, en esas largas horas de oscuridad en torno al fuego frente a la tienda, cuyo resplandor iluminaba la cara de tu padre, la de tu madre, la de tus hermanos… esos rostros curtidos por las penalidades, por el sol, por el viento y por los años. Y entonces, como niño que aspirabas a convertirte un día en adulto, a ser aceptado por todos como uno más, no quitabas ojo de esas caras ni de esos labios que contaban historias antiguas, hechos legendarios, secretos sobre la vida y la muerte… Eras todo oídos. No te perdías un detalle y así poco a poco, luna a luna, te ibas empapando de sabiduría. Querías aprenderlo todo para ser como ellos. El respeto a la naturaleza, a los árboles, a los animales… las técnicas de caza, cómo sorprender al búfalo sin que te percibiera cuando tienes el viento a tu favor, cómo conservar la carne seca bajo una capa de grasa para evitar que se pudra, cómo ahumar la carne, cómo construir tu “tepee”, cómo conservarlo curtiendo las pieles que lo recubren con sesos de búfalo, cómo golpear la hierba para descubrir y espantar las serpientes; pero también aprendiste el valor de la verdad, de la sinceridad, del sacrificio, de la amistad… aprendiste el arte de la generosidad y del respeto hacia los demás. 

Lo peor era siempre la mentira, el engaño… Y de eso fueron otros los encargados de abrirte los ojos… 

Eras todavía un adolescente cuando ya veías rodar por las llanuras las primeras columnas de carromatos que se dirigían hacia el oeste, bordeando por el sur vuestras tierras para no tener que atravesarlas. Aquello llenaba tu espíritu de curiosidad y de inquietud. Era el principio de todo y de momento no parecía constituir un grave problema. Luego todo cambió: la presión del hombre blanco fue en aumento y creció la amenaza de ser desplazados. 

El Tratado de Fort Laramie por el que se respetaba una zona reservada en el área sagrada de las Colinas Negras, entre Dakota del Sur y Wyoming fue una pantomima, una puesta en escena de un acuerdo que acabó en un monumental engaño. El descubrimiento del oro y la llegada de aventureros en busca de fortuna hicieron que vuestros campos de caza fueran invadidos por los rostros pálidos. Os engañaron porque pronto se decretó por parte de las autoridades americanas el establecimiento de esos nuevos pobladores que invadieron vuestra reserva sagrada. Era la guerra. Con ayuda de Caballo Loco fuiste capaz de unir muchas tribus para plantar cara al invasor. Celebrasteis un Consejo de Guerra y lograsteis reunir miles de indios entre sioux, cheyennes, arapahoes y otros. 

 La batalla de Little Big Horn fue una victoria aplastante de los tuyos sobre los americanos y una tremenda derrota para el general Custer y sus soldados. Aquel verano, el Séptimo de Caballería mordió el polvo y sufrió numerosísimas bajas. De hecho, el único superviviente del ejército de Custer fue un caballo llamado “Comanche”. El general, confiado en la superioridad táctica de los suyos, tuvo un error estratégico de envergadura y pagó las consecuencias con su propia vida. Ello desató la ira del hombre blanco, propagando por todas partes la idea de que el indio era un salvaje despiadado al que había que aniquilar. 


El general Custer

Querían eliminaros, quedarse con vuestras tierras. Ante el hostigamiento americano, poco a poco los jefes de las tribus se fueron rindiendo, no querían que asesinaran a sus mujeres e hijos como ya hicieron como aviso en Slim Buttes. 

 Tú seguiste luchando. Pero ya era el último acto de una tragedia que acababa mal para todos vosotros. Cuando la comida escaseaba, decidiste por fin rendirte para no hacer sufrir más a los tuyos. Fuiste hecho prisionero. Luego te soltaron y te tuvieron vigilado. Y después permitieron que a cambio de 50 dólares semanales participaras en el show de Búfalo Bill, montando a caballo y entreteniendo a niños y a mayores… Una humillación más que tuviste que soportar, pero era necesario si querías comer. 

Al final acabaron contigo porque te seguían teniendo miedo y pensaban que en cualquier momento ibas a volver a tomar las riendas de la liberación de tu pueblo. Te mataron a traición de un balazo en la cabeza. 

Hoy las praderas están de luto. Recuerdan a un hombre valiente que supo defender a su pueblo y antepuso el bienestar de los demás al suyo propio. Mientras, se sigue escribiendo la historia de unos colonos que vinieron de fuera y que usurparon su tierra a los indios. Y se hace con letras de sangre. Porque el nuevo mundo americano que se quería fundar llevando como bandera las ideas de libertad y felicidad, en realidad se edificó sobre un solar arrasado por las armas, donde lo que imperó fue la injusticia, la destrucción, la desolación y la violencia. 

Gerónimo, el apache chiricahua, había fallecido. El alcohol fue su último refugio y le pasó factura. Antes de morir le sometieron a un episodio vejatorio: le hicieron participar en el desfile organizado en Washington en ocasión de la elección como presidente de Theodore Roosevelt, exhibiéndole como un trofeo, junto a otros jefes, el indio que enterró el hacha de guerra, domesticado por la superioridad americana. 

Caballo Loco también murió. Fue asesinado a bayonetazos por un soldado tras ser detenido.

Tan sólo quedabas tú y estorbabas, Toro Sentado. Lo tuyo era el penúltimo acto de una barbarie fríamente calculada. 

Despejado el campo, sólo quedaba rematar la faena: el Séptimo de Caballería se cubrirá de gloria cuando unos días después, estando los indios en la reserva, desnudos y desarmados en su campamento de Rodilla Herida, fueron aniquilados al grito de 
 “¡Recuerdos de Little Big Horn y del general Custer!”. 
 Murieron más de 300 sioux. 
 Era el final.



Fragmento de un capítulo de


Un pdf de descarga gratuita.

38 comentarios:

  1. Triste es el destino de los vencidos. Humillados y masacrados, al menos algunos de sus Grandes Jefes no han caído en el olvido.
    ¿Era posible otra solución? Creo que en su época, no.
    Otro gran relato, cayetano. Saludos.

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    1. Gracias, Xibelius. Fueron malos momentos para muchos. La conquista del territorio por parte de los rostros pálidos era imparable.
      Un saludo.

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  2. Todo ello resulta tan cierto como humillante. Ahora se venera a sus diezmados descendientes que viven al estilo capitalista, pero disimulando con disfraz indio. Algunos son muy ricos. Al fin y al cabo son representantes de sus únicas y exiguas reliquias, y eso para el pueblo norteamericano es importante.

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    1. Debe resultar muy humillante, en efecto, para un pueblo que conserva su memoria, domesticada, pero memoria.
      Saludos, Emejota.

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  3. Este libro es un deleite por la diversidad de perfiles tan bien delineados, cada uno con sus improntas y aristas. Te felicito una vez más, porque cada uno de los personajes está tratado con maestría.

    Un abrazo.

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    1. Gracias, Paco. Me animan mucho tus opiniones, quiero pensar que desinteresadas (sin comisión) y sinceras.
      Un abrazo.

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  4. Rostro pálido hablar con lengua bífida, pero muy bien por cierto. Merece la pena el repaso a estos personajes tantas veces olvidados. Mi favorito siempre ha sido Caballo Loco desde que leí "Enterrad mi corazón en Wounded Knee".


    Feliz tarde

    Bisous

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    1. Por Manitú que sí. Si yo fuera un guerrero sioux la llamaría Nube Blanca; pero como el indio solo lo hago de vez en cuando y soy bastante pálido, me conformo con llamarle a usted madame.
      Feliz tarde également.

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  5. Un final que, visto desde nuestra perspectiva, fue terrible.
    Excelente relato Cara Pálida :D No era para menos viniendo de su pluma.

    Tenemos pendiente una conversación sobre un personaje de estos, que la frontera puede ser su destrucción.

    Saludos Cayetano.

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    1. Terrible, efectivamente. Y muy humillante.
      Sobre esa conversación, ya sabes que estoy disponible para cuando te apetezca que hablemos del tema.
      Un saludo, Manuel.

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  6. Me encanta que les pases por los morros a los anglos su leyenda negra sobre nuestra conquista. De hecho, en Hispanoamérica, quedan muchos indígenas, en EEUU, pocos y convertidos en piltrafas.

    Un saludo, Cayetano

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    1. En efecto, la colonización anglosajona no suele dejar títere con cabeza.
      Saludos, Carlos.

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  7. Se defendieron como pudieron, que ya es bastante... Aquella comunión que mantenían con la naturaleza era un ejemplo de como el hombre puede convivir con Gaia ad eternum, nuestro caminar de hoy en día tiene las horas contadas. Y claro, los malos de la película fueron ellos, que para eso Hollywood se las ha gastado bien.
    Jau¡ amigo Cayetano, los pieles rojas te saludan...

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    1. Muchos son los ejemplos de sabiduría que los indios nos dejaron. La naturaleza era para ellos sagrada a pesar de ser su fuente de sustento.
      ¡Hau, gran jefe de los arapahoes!

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  8. Lamentablemente, aún hoy, siguen sin ser respetadas las pequeñas comunidades indígenas que quedan esparcidas en nuestras pampas. Aquí, en mi país, se discute casi a diario sobre la mínima porción de tierra que exigen para establecerse en paz, tierra que era de ellos pero que, increíblemente, con tanto espacio!, se les sigue escatimando. Abrazo Cayetano.

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    1. Un agravio histórico que conviene reparar.
      Un abrazo, Patzy.

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  9. Pasar por tus páginas siempre es un deleite. Me iré poniendo al día poco a poco.
    Un abrazo Cayetano

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    1. Y un honor para mí volverte a ver por esta casa.
      El relato de hoy pertenece a un capítulo de mi último trabajo, de descarga gratuita.
      En la página 164 tienes una sorpresa.
      Un abrazo, Ambar.

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  10. Seguro que conoces la carta del Gran Jefe Seattle al Presidente Pierce, aquello de "¿Cómo se puede comprar o vender el cielo...?"
    Era un alegato universal contra la agresión a la Naturaleza, un siglo y medio antes de que la ecología se inventara.

    No sé si tú eras de los que cuando aparecía el 7º de Caballería patebas el suelo del cine... como yo misma.

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    1. Hay muchos elementos del pensamiento indio que concuerdan con algunas filosofías orientales como el Taoísmo. La Naturaleza, como bien pones con mayúscula, es considerada sagrada.
      Yo siempre iba con los indios. Creo que era más una cuestión de estética: montaban a pelo los caballos y se pintaban la cara.
      Un saludo, Ana María.

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  11. Genial, Cayetano.
    Da gusto leer cosas así
    Besos

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  12. Los españoles siempre hemos cargado con lo que se ha dado en llamar la "Leyenda Negra".

    Pero lo cierto es que el genocidio cometido en EEUU y Canadá contra los nativos supera con creces las masacres realizadas por Cortés, Pizarro y los que llegaron tras ellos a Sudamerica.

    De las tribus de la confederación Iroquesa tan solo queda el recuerdo.

    De manera que creo que Donald Trump es el merecido castigo a los rostros pálidos, ¡¡ el Gran Manitú les ha confundido definitivamente !!, ¡¡ Aughhhhh !!.

    Un abrazo.

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    1. No son de fiar. Son capaces de votar a un sátiro con nombre de pato de dibujos animados. Están locos.
      Un abrazo, Rodericus.

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  13. El hombre blanco alrededor del mundo siempre ha ido haciendo de las suyas, masacrando, aniquilando, vejando y para colmo quitandole sus tierras, y se suele decir que los blancos somos los civilizados.

    Un abrazo Cayetano ha sido un placer leerte.

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    1. Así es. Y civilizado es para mí el pueblo que respeta más la naturaleza donde vive.
      Un abrazo, Conchi.

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  14. Me produce tristeza ver como acabaron con los indios, mucha libertad pero para el hombre blanco, que ocupó los territorios de los indios y, por si acaso, mató a sus jefes. Triste final para Toro Sentado.
    Muy buen relato.

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    1. En efecto, una historia triste. La frontera puesta en medio de sus tierras.
      Gracias, Valverde de Lucerna.
      Un saludo.

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  15. Cuanta historia hay dentro de la conquista del lejano Oeste y de las relaciones entre las diferentes tribus, no muy buenas en general.
    Saludos.

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    1. Hay historia, leyenda, cinematografía... de todo un poco.
      Un saludo, J. Eduardo.

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  16. Las llamadas Guerras Indias fueron un episodio épico y terrible. Es curioso que, entre los apaches, fueran frecuentes los nombres españoles.
    Saludos.

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    1. En la historiografía a veces se olvida que los españoles y los apaches tuvieron serios desencuentros en el siglo XVI, Y también que se aliaron alguna vez contra los temibles comanches.
      Un saludo, Ángel.

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  17. Un final terrible el de este hombre y toda su tribu. Su vida fue muy digna hasta que llegaron los hombres blancos invasores y asesinos de toda esta gente que vivían en sus territorios de forma pacífica .Lo malo es que tarde o temprano esto tenía que suceder.
    Un saludo Cayetano y gracias por compartir todo esto. Tu libro lo tengo parado por falta de tiempo . lo dejaré para las navidades.
    Puri

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    1. Era el encontronazo entre dos formas opuestas de entender la vida y el uso de la tierra. Vencieron los que contaban con una tecnología superior.
      Un saludo, Puri.

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  18. Me aosmbra la capacidad que tienes para ponerte en la piel de diversos personajes históricos de distintas épocas. Pero, ¿para cuándo una mujer? Como hace mucho que no me paso por los blogs lo mismo meto la pata y ya ha habido alguna protagonista...
    Un saludo

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    1. Como sabes, Carmen, este fragmento pertenece a "En la frontera", un libro en pdf de descarga gratuita que ofrezco especialmente a los amigos y seguidores. Algunos ya lo han leído.
      Aunque el tema femenino lo domino menos (al contrario que nuestra amiga común Montserrat Suáñez), sí dedico algunos pasajes de la obra a las mujeres. Hay un personaje, Katia, una mujer rusa que se ve esclavizada por intereses mafiosos. En el capítulo que dedico a Cervantes, aparece también, y de forma significativa, el gran valor que la mujer posee en la obra cervantina. Allí se habla de Dorotea, de Marcela, de la madre y de la mujer del escritor, también hablo de Aldonza Lorenzo y de su prima ficticia, con un simpático papel en el epílogo. Casi siempre se trata de mujeres valientes y luchadoras que pugnaron por abrirse camino en un mundo dominado por los hombres. Aún así, reconozco que me resulta más fácil ponerme en la piel de los protagonistas masculinos, por conocerles un poco mejor.
      Un saludo.

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  19. Fue terrible cómo se traspasaron las fronteras de pueblos pacíficos. Estos en Norteamérica, como las de los pueblos del Africa negra por franceses o belgas o de los colonos en Australia o Tasmania. Esto, sin tanta fama desaparecidos casi también de la faz terrestre.
    Un saludo.

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    1. Como si se tratara de personas de menor importancia, muchos miran para otro lado como si no fuera con ellos. De aquellos barros...
      Un saludo, DLT.

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