En esta novela de Juan Eslava Galán, ambientada en el siglo XV, nos encontramos con una expedición al mando de Juan de Olid quien viaja al continente africano y pasa mil aventuras y penalidades para capturar al mítico animal, con el fin de triturar su cuerno y con el polvo resultante remediar los males sexuales del rey Enrique IV el impotente, rey de Castilla, pues se creía que el cuerno del unicornio era un elixir mágico y poderoso para aumentar la virilidad de los que no pueden mantener una erección. Era una expedición necesaria, patriótica y secreta, pues era imprescindible que el rey tuviera herederos para perpetuar su línea dinástica.
Al unicornio habían de cazarlo con una virgen, “con una doncella intacta que no haya conocido varón”. Sólo así, el animal se volvería dócil como una oveja y podrían capturarlo. De esta forma, en la expedición al continente africano se incorpora una doncella de noble linaje de la ciudad de Cuenca, un señuelo para amansar al fabuloso animal.
Claro que en África lo más parecido que encuentran a un dócil unicornio es un rinoceronte que no está dispuesto a dejarse domesticar. Tampoco la doncella que llevan es incólume a los avatares del viaje y no llega tan virgen al encuentro con el mítico animal, con lo cual el resultado ya no fue el mismo.
Luego, la historia real ya se encargó de contarnos quién heredó de Enrique IV la corona de Castilla: su hermana Isabel.
Al final estos remedios milagrosos ya se sabe, por lo que a mí respcta ya conocemos las mil y una "guarrerías" y curas por las que hicieron pasar a Carlos II y Mariana de Neoburgo para conseguir un heredero (también a María Luisa de Orleans)...algo que solo consiguió mermar su salud aún más.
ResponderEliminarUn saludo Cayetano.
La salud ha estado ligada a la mitología y a la religión desde tiempos inmemoriales. Recuerda que el sacerdote también ejercía de sanador en civilizaciones antiguas. Una de las teoría que habla sobre la aparición del Unicornio es desde la mitología griega. Ya sabemos los prolíficos que eran los griegos y sus dioses y leyendas.
ResponderEliminarMuy probablemente al no aparecer por ningún lado el unicornio, se decidió darle las propiedades del cuerno al del rinoceronte....
Saludos Cayetano
Por eso, Carolus, desde tiempo inmemorial se les ha venido a calificar a muchos galenos como "matasanos".
ResponderEliminarSaludos.
Lo malo, Manuel, es que el rinoceronte no se va a rendir mansamente ante la "presunta" doncella, como exigía el ritual.
ResponderEliminarUn saludo.
Es una muy buena novela. Yo la leí hace muchos años cuando salió (creo que fue Premio Planeta en el 88 o por ahí; ha llovido, sí), y me gustó bastante (Eslava Galán tiene una prosa agil y fluida que engancha). En el comentario de Manuel hace referencia a la mitología griega, y así es. Hace poco puse a mis alumnos de Cultura Clásica "Jasón y el Vellocino de oro" y las similitudes son muchas: cambias el elixir de la inmortalidad por el de la potencia sexual y se asemejan bastante. Novela recomendable. Un abrazo.
ResponderEliminarAy, sí, la he leido! No me pierdo nada que contenta un unicornio de alguna forma, jiji, son el simbolo de mi "logia"!
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana, monsieur
Bisous
Parece muy interesante, la leeré, cuando pueda...
ResponderEliminarEmpiezan las clases y...
Un abrazo desde mi librillo.
En efecto, Paco, la novela tiene su tiempo. Eslava Galán escribe bien y se documenta mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
Me alegra que haya leído la novela, madame. Es divertida aunque tiene dosis de mala uva.
ResponderEliminarUn saludo.
A mí me pasa igual, Rosario. Cuando empiezan las clases el tiempo para leer se reduce mucho. Menos mal que luego viene el verano.
ResponderEliminarUn saludo.
Si es que las jóvenes de Cuenca en cuanto salen del terruño ... jejejeje si lo sabre yo ... que nos tenían a dos velas
ResponderEliminarCachondada de libro del inigualable Eslava Galán. Genial el protagonista y la "virgen" que llevan a África. Las descripciones del continente negro no tienen desperdicio...
ResponderEliminarYa sabía yo, José Luis, que la moza de Cuenca iba a dar lugar a comentarios. Jejeje.
ResponderEliminarUn saludo.
Y los animales. Todavía recuerdo la descripción de la jirafa, un animal al que no habían visto en la vida, con su "luengo" cuello. Un puntazo de libro.
ResponderEliminarMe apunto la novela, Cayetano.
ResponderEliminarSin duda, los remedios de antaño son a cada cual más extravagante y curioso..jajaja.
Un saludo!
Saludos, Pablo. La novela es divertida, aunque tiene mala leche. Te gustará.
ResponderEliminarSeguro que te gustará. Es una novela divertida aunque tiene mala leche.
ResponderEliminarUn saludo.
Leí este libro hace un montón de años, cuando se publicó. Y recuerdo que me gustó, aunque sería incapaz de dar detalles. Galán Eslava es un buen escritor. Me ha encantado encontrar este recordatorio a las vírgenes capaces de atraer a los unicornios. Saludos cordiales.
ResponderEliminarEn efecto, Isabel, se trata de un libro que ya tiene sus años. Galán Eslava se documenta muchísimo. Es una de sus cualidades que yo valoro, otra es esa mezcla de humor y mala uva tan de por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesante novela la que recomiendas..Yo voy a empezar "El Emboscado" de nuestra amiga Rosa Cáceres...Mi dedico mucho mejor....
ResponderEliminarBesicos.
Te va a encantar la novela de Rosa. Derrocha sensibilidad a raudales.
ResponderEliminarUn saludo, Cabopá.
Hola Cayetano, me ha encantado tu forma de contarlo. Es un libro que leí hace muchos años, pero esta es una buena excusa para releerlo...
ResponderEliminarBesos.
Releer siempre es una buena opción.
ResponderEliminarUn saludo, Nikkita.
La relectura siempre es una buena opción.
ResponderEliminarSaludos, Nikkita.
Yo leí esta novela hace muchos años y me encantó, además lo curioso es que pudo pasar algo parecido en la realidad, ya que en 1946, cuando se exhumó el cadáver de Enrique IV en el Santuario de Santa María de Guadalupe, se encontró un cuerno de rinoceronte junto al cadáver.
ResponderEliminarMuy interesante lo que cuentas sobre la tumba de Enrique IV.
ResponderEliminarGracias por pasarte, Maragata.
Un saludo.