jueves, 30 de junio de 2016

El hombre que no respiraba nunca


Los amigos de La Charca Literaria han tenido a bien publicarme este relato.
Bonita forma de recibir al verano.



(Enlace a la página correspondiente de
La Charca Literaria)



En las charcas es cosa corriente encontrarse con animalillos que no presentan respiración pulmonar, pero entre los humanos es algo realmente raro. 

De niño, conocí a un chico que se llamaba Pancracio y no respiraba nunca. Al menos no de la manera convencional, como es lo habitual entre las personas. 

Jamás le oí toser, carraspear, soplar… Nunca le oí jadear cuando corríamos detrás de la pelota o cuando saltábamos a pídola o jugábamos a tirar piedras a las parejas. Nunca le vi hinchar un globo, ni siquiera echar humo cuando a escondidas fumábamos un cigarrillo. 

Llegué a pensar que carecía de aparato respiratorio y que, como esos animales raros que hay en algunas charcas, intercambiaba oxígeno por dióxido de carbono a través de la piel, como las plantas cuando hacen la fotosíntesis. 

Era un tipo la mar de raro. Jamás le vi echar su aliento para limpiar los cristales de sus gafas, como hacemos el resto de los mortales. Ni siquiera hacía ruiditos cuando tomábamos un refresco con pajita, ese gluglú que indica que hay más aire que líquido en el fondo del envase. Nunca le dio un ataque de hipo. 

Cuando tuvo el accidente con la bici y se desolló la rodilla, no emitió un quejido. Se tragó su dolor. Cuando hablaba, lo hacía como los muñecos del ventrílocuo: movía los labios, pero el sonido parecía venir de otro lado. En clase de gimnasia, cuando el profesor decía: inspirar, espirar, él se quedaba quieto como un poste. 

Llegamos a pensar los chicos del barrio que convivíamos con un extraterrestre. 

Pasaron los años y nos fuimos haciendo mayores. Empezaba esa edad en la que el sexo contrario ocupaba buena parte de nuestra atención. Estábamos, como se dice popularmente, “en edad de merecer”. Cuando le plantó aquella chica que conoció en un guateque donde se bailaban canciones de Los Brincos y de Los Sírex, se quedó muy triste y lánguido, pero no le oí suspirar, solo vertía unos gruesos lagrimones en absoluto silencio. Se sonaba los mocos sin ruido. 

La juventud pasó en un soplo. Luego nos hicimos mayores, demasiado mayores. 

Cuando Pancracio murió, expiró sin echar su último aliento. Uno muy tonto se acercó a su ataúd y dijo: mírale. No hay duda de que está muerto. No respira.

29 comentarios:

  1. En los velatorios siempre hay algún gilipollas que da la nota y nos hace creer a los demás que no somos tan tontos (comparados con él). ¿No le puso el espejo en la boca para ver si se empañaba? Eso lo haría un tonto creativo.

    Un saludo.

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    1. No hay evento ni celebración donde esté ausente el metepatas de turno. Ya sea una boda, ya sea un entierro.
      Un saludo, Carlos.

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  2. Muy ingenioso el recurso de la ausencia del intercambio básico. Tendría el sistema respiratorio atenazado e inútil. Animalico!

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    1. A lo mejor haría la fotosíntesis.
      Un saludo, Emejota.

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  3. A mi me pareció Pancracio como un fantasma,
    o un chico que ha crecido en una casa en la que no podía hacer ruido, en donde su voz no podía ser escuchada, ni hasta su respiración. Muy bueno el relato, Cayetano. Me alegro y te felicito por la publicación.

    Un abrazo

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    1. Gracias, Myriam. Una ocurrencia de las mías.
      Un abrazo.

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  4. Muy buena la conclusión del relato.

    El tonto me recuerda a algunos que pasan por la vida sin enterarse de los que sucede justo a su lado.

    Un abrazo.

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    1. El final casi me vino rodado por el juego de significados que hay con las palabras "espirar" y "expirar".
      Un abrazo, Rodericus.

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  5. Seguro que esa característica de Pancracio tenía un punto de partida que condicionó su forma de vivir sin hacerse notar. Pero no olvidemos al personaje que cierra el texto. Está pidiendo a gritos que te ocupes de él.
    Muy bueno.

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    1. Sin el tonto del final no habría sido lo mismo. Y es que algunos ya apuntan maneras. Y son una mina.
      Un saludo, Ana María.

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  6. Me ha gustado el microrelato, pero casi se asfixio.
    Un saludo.

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    1. Es importante no dejar de respirar mientras se lee.
      Un saludo, DLT.

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  7. Hola Cayetano, me ha gustado tu relato, ¡el final es genial! Te felicito por la publicación que ha hecho de el (La charca literaria).

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Conchi. Me alegra que te haya gustado.
      Un abrazo.

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  8. Pobre Pancracio a lo mejor se comportaba así porque en su casa no le dejaban respirar por si hacía ruido, y le repetían una y otra vez: tu ni suspires, y claro se lo tomó al pie de la letra.
    En los velatorios siempre tiene que hablar el que debería estar callado.
    Un saludo Cayetano
    Puri

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    1. Pobre hombre. Una víctima de las maquinaciones y ocurrencias de su autor. Jejeje.
      Un saludo, Puri.

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  9. Pues a ver si no estaba muerto, después de todo. Difícil de decir en su caso. A lo mejor más bien nunca estuvo del todo vivo el pobre.

    Feliz tarde

    Bisous

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    1. Vete a saber qué oscuras y hasta aviesas intenciones guardaba el autor en su manga.
      Un abrazo y también feliz tarde.

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  10. Para mí que el pobre Pancracio respiraba a través de branquias como los peces, pero quizás hubiera boqueado al menos. ¿Una adaptación dentro de la evolución humana?
    Un saludo

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    1. Vete a saber. Igual respiraba por las orejas. Algunos no saben qué inventar.
      Un saludo, Carmen.

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  11. Que imaginación tan fertil amigo Cayetano. El bueno de Pancracio incluso pasó a mejor vida sin quejarse, o al menos sin suspirar. Que cosas, mire usted :)
    Saludos¡

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    1. Los de La Charca tienen la culpa. Quieren que tenga una sección fija en la revista. Así que puede que en septiembre ya esté preparada.
      Un abrazo, Félix.

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  12. Muy bueno Cayetano. La falta de sentimientos a veces la expresamos de esa forma.
    Estoy regresando poquito a poquito...

    Saludos

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    1. Gracias, Manuel. Yo acabo de venir de pasar cuatro días por ahí.
      Un saludo.

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  13. ¡Bienvenido de esos cuatros días por ahí y mil gracias por tus felicitaciones por mis cuatro nietas!, Cayetano. Besos

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  14. ¡FELIZ DÍA DEL CARMEN!

    Un abrazo

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