martes, 11 de mayo de 2010

Cíclopes


Según la mitología griega, los cíclopes eran gigantes fabulosos dotados de una fuerza descomunal que tenían un solo ojo en medio de la frente.
Hubo varias generaciones de cíclopes. A la primera pertenecían Arges, Brontes y Esteropes, encargados de ayudar en su fragua al dios Hefestos (Vulcano para los romanos), el encargado de fabricar el rayo a Zeus y armas para los dioses. Eran pues herreros, como bien reflejó Velázquez en su obra “La fragua de Vulcano”. Se cuenta que los que se dedicaban a este menester, con el fin de no quedarse ciegos por la posibilidad de que alguna esquirla de metal fundido saltara en la fragua, se tapaban uno de los ojos para, en el peor de los casos, sólo quedarse tuertos, mostrando sólo uno de ellos, contribuyendo así a crear la leyenda.
El más famoso de todos los cíclopes, perteneciente ya a la segunda generación, era Polifemo, el devorador de hombres, hijo de Poseidón. Según nos relata Homero en la Odisea, Ulises y sus compañeros arribaron a la isla de Sicilia. Allí fueron encerrados en una gruta por el despiadado Polifemo, donde moraba en compañía de sus enormes ovejas, quien se merendaba de vez en cuando a alguno de los griegos. Ulises ideó una estratagema para escapar de allí. Consiguió con halagos emborrachar al gigante con el vino que llevaban los aqueos consigo. Polifemo preguntó a Ulises cuál era su nombre. El astuto aqueo le dijo que su nombre era “Nadie”, a lo que el monstruo contestó: “Pues a Nadie me lo comeré el último”. Luego, cuando dormía los vapores de vino, el griego le clavó una estaca afilada en su único ojo.

El gigante lanzaba espantosos gritos diciendo que "Nadie" le había hecho daño. Así que, creyendo que se había vuelto loco, ninguno de los otros cíclopes de la isla acudió a socorrerlo. Luego, ya de día, Polifemo quitó la pesada roca que obstruía la salida de la cueva con el fin de que sus ovejas salieran a pastar, y a tientas las tocaba para cerciorarse de que los aqueos no intentaran escapar con ellas, pero los astutos compañeros de Ulises se habían ocultado agarrándose a las lanas del vientre de los animales y pudieron burlar a su impresentable anfitrión que, dicho sea de paso, tampoco mostró tener demasiadas luces.

Luego están los cíclopes modernos.
No hay que perderse al actor John Goodman, en su papel de tuerto vendedor de biblias, haciendo de Polifemo de la América profunda en la ingeniosa y cómica película de los hermanos Coen, "O brother", una alocada versión libre de la Odisea con continuos guiños al espectador sobre el clásico griego, donde no faltan tampoco las sirenas ni un John Turturro embobado con ellas.

Un "Polifemo" de lujo:
John Goodman

El resto de los "ciclopes" que hay por el mundo no me merece tanto la pena. Son meras atracciones de circo, ejemplos raros de la feria de los horrores, con mucho de maquillaje y poco de realidad. Algunas imágenes son incluso desagradables y me niego a ponerlas. Éstas creo que son simpáticas y tienen un pase.


El gato cíclope


O cuando el maquillaje es arte.

sábado, 8 de mayo de 2010

Descubre el personaje 22

¿Quién es quién?
Por gentileza del gran bloguero amigo José Luis.




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miércoles, 5 de mayo de 2010

¿Existe Europa?


Tras la Segunda Guerra Mundial, preclaros hombres de Estado de la Europa castigada y arruinada por el conflicto, entre los que se encontraban el Ministro francés de asuntos extranjeros Robert Schuman, el consejero económico galo Jean Monnet, el canciller alemán Konrad Adenauer y otros, pensaron que un buen destino para el continente en previsión de evitar guerras en el futuro y para hacer de todo el territorio un lugar seguro y próspero, era sin duda alguna dar pasos encaminados para lograr su unidad.
Así fue cómo nació de las cenizas ya apagadas de la posguerra la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, años más tarde el Mercado Común Europeo, que luego fue cambiando de nombre: Comunidad Económica Europea, Unión Europea, viendo aumentar poco a poco el número de países integrantes: Europa de los 6, de los 9, de los 12, de los 15… pasando luego a 25 y a 27 miembros en la actualidad.

Pero… ¿existe de verdad Europa?

Europa no ha existido nunca más que como una realidad geográfica o un mero mercado.

Se intentó la unidad con el concepto de cristiandad frente al Islam en la Edad Media. Nada más lejos de la realidad. Hubo tantos conflictos o más entre los reinos cristianos -incluidos los de la península- como entre musulmanes y cristianos. La Guerra de los Cien Años es un claro ejemplo.

Luego, durante la Edad Moderna, vivieron las guerras de religión entre países católicos y protestantes, con tristes episodios como la Matanza de la Noche de San Bartolomé o la Guerra de los Treinta Años, que se convirtió en una lucha por la hegemonía europea, de la que salió mal parada España (Tratado de Westfalia).


Matanza de hugonotes en Francia.
Noche de San Bartolomé.
François Dubois

Imagen de Wikipedia.


La Ilustración, la Revolución Francesa y el liberalismo tampoco unificaron y apaciguaron los conflictos, no pudiendo evitar el dar lugar a guerras entre naciones vecinas (Francia contra Inglaterra, por ejemplo).

Napoleón quiso unificar Europa bajo la bota de sus soldados. Una especie de “Unión europea” a la corsa y sin permiso de las naciones ocupadas o sometidas. No lo logró.

El sistema de la Restauración, nacido de la derrota napoleónica y del Congreso de Viena, fomentó el enfrentamiento entre las monarquías absolutas restauradas y los movimientos liberales, inmiscuyéndose en los asuntos de países vecinos (Caso representativo el de los Cien Mil Hijos de San Luis y apresamiento y ejecución de Riego en España con el fin de salvar el absolutismo de Fernando VII).

El desarrollo industrial del siglo XIX fomentó la expansión colonial de las potencias en busca de mercados. Las naciones de Europa se lanzaron frenéticamente a conseguir grandes tajadas de la tarta colonial en Asia, Oceanía y África. Como resultado de ello, aumentaron los roces entre naciones y las tensiones internacionales.

El Nacionalismo que surgió del crecimiento económico europeo y del expansionismo colonial veía rivales por todas partes y postulaba el derecho de los fuertes sobre los débiles, dando lugar al "darwinismo social" y al fascismo, con su bagaje de racismo y xenofobia.

Las dos guerras mundiales, consecuencia de lo anterior, obvio es decirlo: separaron más que unieron.


La "guerra fría".

De Wikipedia.



Al final de la Segunda Guerra, la llamada Guerra Fría enfrentó a las naciones europeas que se organizaron en dos bloques opuestos: el capitalista y el comunista. Durante décadas hubo riesgo cierto de una tercera confrontación mundial, lo cual, dada la potencialidad nuclear de los bloques enfrentados, hubiera producido el suicidio de la humanidad.
Luego vino la Revolución Democrática en los antiguos países comunistas de Europa. Cayó el muro de Berlín, paralelo al derrumbamiento del comunismo en Rusia y en Europa oriental.

Muchos países de la órbita soviética durante la Guerra Fría fueron absorbidos por las instituciones políticas y económicas de la Europa democrática.
Nuevos socios se fueron incorporando al proyecto de integración europeo, un proyecto básicamente económico.

Los sueños de integración política y social -la Europa de los ciudadanos, frente a la Europa de los "mercaderes"- pasaron de momento a un segundo plano en las preferencias de la mayoría de los líderes del continente.

Y hoy la Unión Europea es un mercado y un banco central... y poco más.

¿Quién cree en Europa?

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En este enlace hay un Artículo interesante que me envió mi hermano Fernando hace unas semanas.

domingo, 2 de mayo de 2010

El dos de mayo

Hace dos años Forges publicaba esta viñeta.

Como españoles que somos, a ninguno nos hace gracia que una potencia extranjera invada nuestro territorio. También como españoles es lógico y normal criticar los abusos, las atrocidades y la táctica de tierra quemada empleada por las tropas napoleónicas para someternos.

Hasta aquí totalmente de acuerdo.
Ahora bien. Con los franceses se difundieron por toda Europa, incluida España, las ideas de la Ilustración: la limitación del poder absoluto de los reyes; la necesidad de limitar los privilegios de la nobleza y del clero; el derecho a tener una Constitución donde se recogieran los derechos y las libertades de los ciudadanos, que no súbditos; la separación entre Iglesia y Estado; la abolición de la Inquisición; etc.



Fernando VII

Si en España hubiera prosperado el reinado de José Bonaparte, posiblemente nos hubiéramos convertido en una nación avanzada, laica, moderna, ilustrada.

Con la derrota francesa se abrió para nuestro país una etapa oscura y decadente.

En vez de una monarquía parlamentaria, aplaudimos el regreso del rey que nos iba a poner las cadenas, Fernando VII, el peor rey que ha tenido España jamás, quien reestableció el absolutismo, las prerrogativas del clero y de la nobleza, derogando la Constitución liberal de Cádiz y resucitando la Inquisición. España siguió siendo un país analfabeto sumido en el atraso y en la pobreza.

Por eso, sintiéndolo mucho y en homenaje a tantos españoles que dieron su vida aquellos días por su patria y por su rey, recibiendo a cambio el desprecio de un tirano, este 2 de mayo, como ya es costumbre en mí, no tengo nada que celebrar.